miércoles, 8 de septiembre de 2010
1968: Invención de la Cumbia Peruana
Por Arturo Vigil
En 1968 Los Destellos publicaron su primer LP y fundaron así la llamada cumbia peruana*, una mezcla bien proporcionada de cumbia, psicodelia, huayno y muchas cosas más. La receta exacta se la llevó a su última morada Enrique, director musical del grupo y la única persona que podría detallar los ingredientes de una mixtura que parece bolseada del pantalón tonero del mismísimo Satanás bailador.
La aceptación del nuevo sonido fue inmediata y se convirtió en el aliciente que toda una generación de músicos dedicados al género tropical necesitaba para salir a la luz. Estos nuevos grupos enriquecieron el tono de voz original con acentos selváticos y de todas las regiones del país, y así llegó convertido a nuestros días en, quizá, el único consenso nacional.
Ya que este 2008 encuentra a la onda tropical peruana casi alejada de sus raíces rockeras (y con varios grupos deleznables) y convertida en toda una riquísima industria disputada por mafias musicales, los miembros de la Columna preferimos desempolvar a los clásicos de la cumbia-beat (nuestra preferida) y nos alistamos a revivir los tonos en el Majestic y el Paseo Colón, con Los Diablos Rojos, Los Ecos, Los Orientales de Paramonga, Los Mirlos, Juaneco & su Combo, y con los posteriores Celeste, Los Titanes, Los Ilusionistas, Grupo Naranja, entre tantos otros; y momentáneamente nos sacamos las botitas beat mientras sentados sacamos brillo a nuestros makarios chillantitos, esperando ver si alguna de las autoridades que rigen la llamada “cultura oficial del país”, le rinden el homenaje que se merece a los imperecederos Los Destellos. Lo justo.
Los Destellos
Fan de la música criolla durante su adolescencia, Enrique Delgado Montes persiguió a las estrellas del vals por las radios limeñas para verlas actuar en vivo. Convertido en guitarrista profesional luego de su paso por el Conservatorio, Enrique llegó a acompañar a diferentes conjuntos criollos y folclóricos en sus grabaciones; además de participar en la orquesta del mítico Eulogio Molina y en la de Enrique Lynch, con quienes recorrió todos los géneros de moda y aprendió los secretos del oficio. También fundó Los Embajadorcitos Criollos, su grupo de jarana criolla.
Convertido en fan de los Beatles y la nueva ola a mediados de los 60, una leyenda urbana cuenta que trató de participar, sin éxito, en la banda de rock limeña The Black Boys (1965), más adelante renombrada como Los Cuervos.
Posteriormente editó tres discos de 45 R.P.M., bajo el nombre de Los Destellos: uno de corte criollo y los otros con tendencia a la nueva ola. Tras aquella etapa experimental y ya cumplidos los 30 años, Enrique parecía tener una idea bien esbozada del sonido que quería lograr. Eran inicios del 68 y buscaba el personal idóneo para realizarlo.
Enrique conocía a Humberto “Tito” Caycho Alcántara de esas correrías adolescentes por las radios. Los padres de Caycho poseían una chacra en lo que hoy es Los Olivos, y Tito tocaba la guitarra con una maestría que Enrique admiraba. Ese año lo llamó y le dijo: Tito, hemos pensado en ti porque vamos a formar un conjunto tropical… con guitarra eléctrica. Tito (quien en el futuro sería uno de los compositores más exitosos de la cumbia peruana) aceptó poco entusiasmado.
Carlos Ramírez era un viejo amigo de Enrique, y estuvo involucrado en el proyecto casi desde el inicio. Era un trabajador estatal que venía de tocar en varias bandas militares y tocaba la percusión de la cumbia como si fuera banda de nuevaola.
Iempsa-Odeón sacó a la luz un primer 45 R.P.M. que demostró la solidez del proyecto. Tito Caycho tocaba la segunda y Enrique ya usaba esa guitarra eléctrica de 12 cuerdas que encargó a elaborar a Falcón, y que daba ese tono característico a sus creaciones. Pero Enrique seguía buscando.
Por esos días Fernando Quiroz se hallaba desocupado luego de la disolución de su banda Los Zany´s, y aceptó la invitación de Federico Laya Marí, periodista de Caretas, para ir a conocer a Enrique a su casa del Rímac. A medida que se acercaban y escuchaban el sonido de la música tropical, Fernando medio que se arrepentía. Usaba el pelo largo, jeans boca ancha, estudiaba música por su cuenta y se consideraba a sí mismo un rockero. Fernando se despachó con Wipe out y canciones de Los Zany´s para mostrar sus habilidades. Enrique no le preguntó nada a él, pero sí a sus músicos: “¿Queda?”. Al unísono Tito y Carlos respondieron: “¡Queda!”. No fue hasta la semana siguiente cuando tocaron en el Club de La Unión y Fernando vio la maestría con la guitarra de Enrique Delgado, que aceptó ser parte de Los Destellos. El grupo estaba completo.
Como chispa a la gasolina
Ese año mágico, Iempsa-Odeón terminó las grabaciones del primer LP. Fernando añadió ese demencial punteo al final de Guajira sicodélica e hizo de segunda guitarra de allí para adelante; Tito pasó al bajo. Además, en las grabaciones y actuaciones en vivo, se añadieron un par de músicos extras para la “carpintería”, que era como ellos llamaban a la percusión.
De allí para adelante la autoría y arreglos de los temas serían mayoritariamente de Enrique Delgado, aunque todos aportaron brotes de creación sin egoísmo. En los próximos cuatro años grabaron siete detonantes elepés. No sólo recorrieron el Perú varias veces dando conciertos, sino también todos los paraísos que la fama trajo consigo, mientras decenas de conjuntos aparecían a su alrededor siguiendo la fórmula que Enrique había ideado y la banda plasmado.
Con el paso del tiempo, Tito Caycho se convirtió en una de las pocas personas que posee el título de compositor vitalicio de la APDAYC, reconocimiento dado por la venta de sus canciones en el extranjero. Fernando Quiroz fundó otras bandas de cumbia y dejó en claro su condición de gran guitarrista y compositor. Carlos Ramírez, enigmático y sugestivo integrante a quien no se le ubica en paraderos conocidos, entró y salió varias veces del conjunto.
Para 1996, año en que Enrique fallece, el sonido tropical peruano continuaba en crecimiento; situación que continúa hasta nuestros días. Y todo comenzó hace 40 años.
*O más exactamente música tropical peruana; pero de ninguna manera “chicha”, que es la manera como a principios de los 80 era llamada despectivamente por músicos que se consideraban “profesionales”; el término es rechazado por consagrados músicos como Tito Caycho, Fernando Quiroz y Marino Valencia. Algunos ensayistas insisten en que la palabra chicha proviene de la La chichera, una exitosa guaracha de mediados de los 60, pero la relación es casi nula. Más detalles en nuestro fanzine Sótano Beat N° 9, de pronta publicación.
Publicado el 21/02/2008 en el blog Sótano Beat
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