miércoles, 4 de noviembre de 2009
La música es una sola
Por Gerardo Manuel
Hace unos días participé en una conferencia de prensa para presentar por segundo año consecutivo en el Perú un importante evento originado hace varios en Francia, llamado La Fiesta de la Música. Luego de la conferencia departimos con varios amigos y nuevos conocidos y en medio de la conversación salió el tema de la mezcla de géneros musicales y los pros y los contras de esta mixtura. Cuando la conversación se tornó un poco acalorada, les recordé que este tipo de fusión no era nada nuevo y que se daba de la manera más natural en la década del 60, generalmente a través de eventos socioculturales denominados "Matinales", los que eran organizados por colegios, algunas universidades e institutos de enseñanza especializada o preuniversitaria.
Les conté que desde que comencé mi carrera profesional, siempre compartí escenario con artistas de los más variados géneros, con los que incluso he llegado a tener una sólida amistad. Cómo no recordar mi primer encuentro personal con quien, para mí, es uno de los mejores representantes de la música criolla de todos los tiempos, don Luis Abanto Morales, a quien lo primero que le comenté fue que por su culpa yo no fui cantante criollo. Aclaro el punto: cuando escuché una voz alucinante cantando el tema “Trujillanito”, pensé que debía cantar otra cosa porque no había ni hay otra voz como la de ese señor. El tiempo me dio la razón y así tuve mi primer grupo de rock en el colegio.
A comienzos de los sesenta surgieron muchas bandas y solistas que cultivaban la nueva música. Mucha gente ignora la existencia de esas bandas por falta de referentes fonográficos. Ahí tenemos que el Callao, por ejemplo, era semillero de grupos de rock y en 1963 ya había una buena cantidad de bandas chalacas: “Los Delfines”, el primer grupo donde cantó el desaparecido Jean Paul “El Troglodita”; “Cocoloco y sus twisteros”; o “Los Silvertons”, que tomaron su nombre de una popular marca de guitarras eléctricas que vendía en exclusiva la firma Sears Roebuck del Perú.
Pero los primeros en grabar un long play fueron “Los Incas Modernos”, también del Callao. Ubicamos a Héctor Wu Geng, uno de los ex integrantes de la banda, quien recuerda con nostalgia esos momentos. Él era el bajista de la banda y fabricante de la segunda guitarra y el bajo del grupo. Héctor, quien hoy está dedicado a la mecánica y es uno de los mejores preparadores de “Escarabajos” y “Tubulares”, nos cuenta las peripecias que pasaron para grabar su primer LP, el mismo que tenía canciones en su mayoría compuestas por Manolo “Loco” Arias (primera guitarra), quien hoy vive en Estados Unidos con su familia y está entregado a la religión. La excepción en las composiciones musicales fue el tema “Carnavalito”, originalmente un tema folclórico fusionado con rock.
Además de Arias y Wu, “Los Incas Modernos” estaba formado por Luis Bermúdez Molina en segunda guitarra y Hugo Díaz Da Silva en batería.
La guitarra de Manolo, la única de fabricación no casera, era nada menos que una Hofner, la misma marca que el bajo original de Paul McCartney. El amplificador para las guitarras era un Farfisa, el de bajo también fue fabricado por Héctor y la batería era una Roxy. “Los Incas Modernos” eran básicamente un grupo instrumental, y entre las personalidades que los acompañaron como banda de apoyo estaba César “Mono” Altamirano, reconocido internacionalmente como una de las mejores voces peruanas de todos los tiempos. Héctor recuerda mucho la presentación que tuvieron con él en Chosica.
En esas circunstancias fue que conocí a Héctor, recomendado por un amigo, en común para que nos fabricara un bajo para Javier Román, nuestro bajista de Los Doltons (el bajo aún existe y está colgado como trofeo en una pared de la casa de Javier). Una parte del álbum de “Los Incas” fue grabado en los estudios de Iempsa y la en unos estudios caseros que estaban ubicados en el barrio de Santa Beatriz, a una cuadra de lo que es hoy el canal 7.
Otras de las cosas que recordamos con Héctor fueron las matinales y la variedad de géneros artísticos que se presentaban en ellas. Vale la pena señalar que personalmente también viví esa pluralidad de géneros. Recuerdo haber ido de gira con los Shain’s y en el cartel tener a Pedro Miguel y sus Maracaibos, Los Destellos de Javier Delgado (tropical), Pedrito Otiniano (bolero), Cecilia Bracamonte (criollo) y Tulio Loza con Anita Martínez como animadores. Esto prueba que donde hay música siempre hay fiesta
Publicado el 24/10/2008 en El Comercio
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