El rock peruano nació diez años y trece días después del
final de la Segunda
Guerra Mundial: el 15 de setiembre de 1955. Ese día se
estrenó en cines locales Blackboard Jungle, o según la traducción castellana:
Semilla de maldad. Gracias a una canción de Bill Haley que sonaba en la
película, el éxito del filme entre los jóvenes limeños fue explosivo e
inmediato. No pasaría mucho tiempo para que el sello discográfico El Virrey
editara la canción —“Rock Around the Clock”— en versión nacional, en clásico
formato de carbón para velocidad de 45 r.p.m. Poco después, cuando el tema ya
era parte de la programación habitual de las radios locales, la verdad se hizo
aún más evidente: el rock and roll no se iba a ir tan rápido de Lima. En
realidad, no se iba a ir nunca.
Bajo la estela cinematográfica de Blackboard Jungle y el poderoso sonido de Bill Haley, dos bandas locales empezaron a practicar el nuevo ritmo:
Los primeros rock and rollers
Antes de grabar el disco fundacional del rock nacional, la
orquesta de Molina cambió su nombre a Eulogio Molina y sus Rock &
Rollers, y convocó al cantante Mike Oliver (Michael Ángel Olivera Bauza, según
registros oficiales) para que le diera voz a los dos temas de Bill Haley que
integrarían la placa: “Mambo Rock” y “Razzle Dazzle”.
Si comparamos la versión de “Mambo Rock” que grabaron los
Rock & Rollers con la versión original de Haley, podemos empezar a
darle sentido a los primeros pasos del rock en el Perú. De arranque, Dick
Boccelli, el baterista de Haley, tiene un toque mucho más simple que el
baterista de los Rock & Rollers, Adolfo Bonariva, quien, en lugar de
mantenerse en el ritmo básico de 4/4, sale en busca de espacios abiertos para
hacer fills, muy parecidos a los que se escuchaban en las bandas de bebop a
finales de los años 40. Por otro lado, Mike Oliver canta con una tonalidad
parecida a la de Haley, pero se le escucha un tanto distante, como si estuviera
leyendo la letra tipografiada en un papel bond. Todo esto hace que la versión
de Haley suene mucho más contundente y ordenada, lo que le permitió a sus
músicos deslizar detalles que sorprenden y estimulan al oyente, como, por
ejemplo, una serie de inspirados glissandos que suenan a disparos de película
del oeste.
Al escuchar ambas grabaciones, uno se queda con la sensación de que la banda de Haley ya había encontrado un estilo depurado y maduro para su versión country swing del rock and roll, quizás porque ellos mismos habían inventado el estilo; mientras los Rock & Rollers apelaban a distintas influencias y recursos musicales para enunciar algo legible. Para decirlo de otra manera. Si la versión de Haley tiene la definición prístina de una fotografía en blanco y negro de los años cincuenta, la de Molina tiene la textura de un daguerrotipo francés del siglo XIX: uno tiene que imaginar los contornos para hacerse una idea de la figura que hay en él.
Del jazz al rock
El segundo disco de rock and roll grabado en el Perú, y
editado pocas semanas después del disco de los Rock & Rollers, lo
hicieron Los Millonarios del Jazz. Su disco abre otro camino en la historia del
rock hecho en el Perú. Para empezar, los Rock & Rollers eran músicos
profesionales; y los Millonarios eran, más bien, amateurs. Este hecho, como
veremos, fue crucial para su sonido, y también para su original aproximación al
rock and roll.
Los Millonarios del Jazz fueron formados en 1956 por Pat
Reid, un irlandés fanático del jazz que llegó al Perú como técnico naval,
contratado por el gobierno del general Odría. Al igual que otros melómanos,
Reid no era un músico profesional, sino un aficionado con enormes habilidades
musicales. Si bien en algunas ocasiones llegó a fungir de cantante de la banda,
el instrumento que lo caracterizaba era la batería, con la que se lucía con un
peculiar estilo, similar al de los bateros de las grandes bandas de swing y del
jazz primigenio de Nueva Orleans. El resto del grupo lo conformaban el
contrabajista Guillermo Vergara, el cantante Francescoli Quintana, el
guitarrista Elías Ponce, el pianista José Morelli y el clarinetista argentino
Jorge Mirkin, quienes frecuentaban el Club Astoria de Miraflores, punto de
encuentro de los limeños aficionados al jazz, ubicado en el sótano de un
edificio en la quinta cuadra de la avenida Diagonal.
Gracias a los contactos de Elías Ponce con los dueños de las radios locales, la banda fue contratada por radio El Sol para tocar canciones de jazz en un programa dedicado a la música anglosajona. Fue en esta época feliz de la banda que Ponce y Mirkin tuvieron la idea de versionar “Rock Around the Clock”, la canción de Bill Haley que en ese entonces causaba furor entre los jóvenes limeños. El hecho de que el estilo country swing de “Rock Around the Clock” estuviera musicalmente emparentado con las sonoridades del jazz que practicaban los Millonarios explica la rapidez con que el grupo hizo suyo este formato, incluso llegaron a componer una canción con el sonido de la banda de Haley.
Este es un dato importante. Si bien los Rock &
Rollers fueron los primeros en grabar un disco de rock and roll en el Perú, los
Millonarios fueron los primeros en componer una canción del género. El tema
“Rock With Us”, escrito por Morelli y Reid, fue grabado por la banda en
el verano de 1957.
Esta canción fue el único tema original incluido en el primer y último álbum de larga duración de la banda, conocido simplemente como Los Millonarios del Jazz y editado por el sello Sono Radio en 1957. El resto de la placa lo completan clásicos del pop americano y del jazz, todos interpretados con júbilo, convicción y elegancia, siguiendo el estilo western swing pauteado por la banda de Haley.
Aquí vale la pena hacer un excurso. El estilo western swing
estándar, que la banda de Haley llevaba consigo como parte de su ADN, consiste
en un patrón rítmico de 4/4 sobre el cual van apareciendo riffs de una
sencillez contundente —imaginen a un elefante borracho tratando de caminar
sobre una línea pintada en la vereda—, todos tocados por la guitarra eléctrica,
el saxofón o el clarinete, aunque en ocasiones también podían intervenir el
piano y el violín. Si bien hay un componente rhythm and blues en este estilo,
su base principal se halla en el swing de los años 40, en especial la versión
que hizo famosa la banda de Lionel Hampton. Dado que las habilidades musicales
de los Millonarios estaban enraizadas en su fanatismo por el jazz, adaptarse al
estilo de Haley les costó mucho menos trabajo que a los Rock & Rollers.
Y el resultado fue evidentemente superior.
Y es que a diferencia del vidrio empañado a través del cual
intentamos percibir la música de los Rock & Rollers, los Millonarios
constituyen una vista panorámica del género en su más clara expresión. Reid
lleva el ritmo con absoluta consistencia, consciente de que las canciones
necesitan persistencia y no adornos: la labor del baterista en una banda como
esta es pavimentar el camino sobre el cual van a dialogar el saxo y la
guitarra, y cualquier intento por sobresalir acaba difuminando y evaporando la
solidez de la canción. Por ello, el conocimiento del género que poseían los
Millonarios fue crucial para concretar su propuesta musical. Así, con el tiempo
y el ritmo asegurados por la batería de Reid, Elías Ponce y Jorge Mirkin
pudieron despacharse a sus anchas en sus respectivos instrumentos, creando
riffs y líneas melódicas que se seguían una detrás de otra con sincronizada
inspiración. El interés que los melómanos locales deberían mostrar por el
primer disco de Los Millonarios del Jazz no es meramente histórico, arqueológico
o sociológico, ya que hay material con un valor musical propio, que todavía
espera ser redescubierto.
Unos meses después, en febrero de 1958, la disquera Sono
Radio lanzó Potpourri Carnavalesco, un LP que incluía dos
canciones catalogadas como rock and roll: “San Louis Rock”, interpretada por
Los Millonarios del Jazz; y “El Rock and Roll”, interpretada por el dúo cubano
Marfil Morales. La canción de los Millonarios era una versión de un blues
escrito por W. C. Handy en 1914, aunque interpretada al estilo de la banda de
Bill Haley. La canción de Marfil Morales era esencialmente una guaracha que
narraba la llegada del rock and roll al Caribe.
Tras la disolución de la Los Millonarios
del Jazz, el guitarrista Elías Ponce fundó uno de los estudios de grabación más
conocidos en Lima, donde se registrarían algunos de los discos de rock más
populares de los años 80. Reid, por su parte, se quedó en el Perú y continuó
animando esporádicamente conciertos de jazz tradicional.
El Haley pasa por Lima
Si hay una influencia alrededor de la cual gravitó la primera
escena del rock en el Perú esa fue la de Bill Haley. Esta enorme fuerza
gravitatoria declinó poco tiempo después de que el propio Haley llegara a Lima,
en octubre de 1960.
En 1958 los canales de televisión nacional ya habían abierto
sus señales y los programas musicales eran una parada obligatoria para todo
grupo que buscara ser masivo. Haley y su banda llegaron a Lima para presentarse
en Panamericana TV, entonces Canal 13, en un programa conducido por Pablo de
Madalengoitia. Debe recordarse que en 1960 el número de aparatos televisivos
vendidos en Lima ya superaba las 50.000 unidades; además, los programas
musicales como El Hit de la una, Cancioncísima, La hora de Pablo, El clan del 4
y Villa Twist permitieron que el rock and roll siguiera vigente y que
expandiera su audiencia. Sin la influencia de la televisión nacional es difícil
imaginar la aparición de la enorme cantidad de bandas que surgieron en el Perú
entre 1962 y 1964. Pero esa ya es otra historia.
Al decaer el estilo de Haley, un nuevo ritmo de moda, el
twist, empezó a propagarse por las radios y la televisión peruana. Buscando
imitar el éxito que las versiones de Haley habían tenido en el pasado, el joven
director musical Luis Delgado Aparicio seleccionó a un puñado de músicos
locales y fabricó a Los Astoria Twisters, un quinteto que interpretaba
versiones en español de los grandes éxitos del twist.
El nombre de la banda era un guiño al popular club
miraflorino donde solían presentarse Los Millonarios del Jazz, que para
entonces ya se había convertido en un local donde escuchar y bailar el nuevo
ritmo de moda. Los Astoria Twisters no fueron una banda original. Tanto por su
origen como por la calidad de su música se parecían más a los Rock &
Rollers de Eulogio Molina que a Los Millonarios del Jazz. Su reinado en la
escena local culminaría en 1962, cuando el ídolo más grande del twist, Chubby
Checker, llegó a cantar a Lima, lo que volvió innecesarias sus réplicas.
La venganza de los amateurs
Si hacemos a un lado a Los Millonarios del Jazz, el rock
peruano de 1955 a
1962 se caracterizó por las iniciativas comerciales de productores televisivos,
directores de orquesta y músicos profesionales que buscaban sacarle provecho a
los ritmos juveniles del momento. Dentro de esta modalidad comercial vale la
pena rescatar al cantante Jorge Botteri.
En 1959, poco después de culminar sus estudios en el colegio
Leoncio Prado, Jorge Botteri participó en la adaptación tropical que la
orquesta de Lucho Macedo hizo de “Little Devil”, uno de los primeros éxitos
internacionales de Paul Anka. Después de esta grabación, Botteri optó por
alejarse de la orquesta, decidido a convertirse en un cantante de rock and
roll. En 1961, contratado por MAG, grabó un 45 y dos LP con versiones de las
canciones de rock más populares del momento. En estas grabaciones, en las que
Botteri estuvo acompañado por el grupo Duraznito —en el que Pablo “Melcochita”
Villanueva fungía de músico de apoyo— ya se nota un estilo de rock and roll
distinto al de Haley y más cercano a Little Richard y al rockabilly de Elvis
Presley. De hecho, en una de sus mejores canciones, la frenética “Presumida”,
Botteri canta sobre Elvis Presley: “son elegantes tus fiestas, y, caray, que va
gente”, se queja Botteri, para luego añadir: “todos hablando de hombres
ilustres, ¡y de Elvis Presley nadie habla jamás!”.
Aunque fueron concebidos por MAG como un lote de versiones
locales de éxitos foráneos, los discos de Botteri destellan una vitalidad
ausente en casi todos sus predecesores. Duraznito suena como una banda de rock
and roll cuyo estilo está situado justo en el límite que separa la alegría y el
arrebato. Botteri, por su parte, se deja llevar por sus poderosas y singulares
interpretaciones, que ya anuncian al contingente de músicos aficionados que a
partir de 1962 irrumpiría en la escena, una horda de amateurs decididos a dejar
su marca personal en la historia del rock peruano.
Es revelador darse cuenta de que ya en este primer período
del rock peruano, la producción musical avanzaba en dos caminos paralelos. El
primero, en el que podemos incluir a Eulogio Molina y sus Rock &
Rollers y a Los Astoria Twisters, lo constituyen bandas de músicos
profesionales, fabricadas por productores y directores musicales con la
intención de reinterpretar éxitos foráneos en una versión local. El segundo, en
el que podemos incluir a Los Millonarios del Jazz y a Jorge Botteri, abarca a
melómanos que se volvieron músicos a partir de su pasión por un género musical.
Esta segunda línea, en la que ya encontramos temas propios, es la que
continuarán bandas como Los Saicos y Los Yorks, ya a mediados de los años
sesenta. A menudo se suele empezar a contar la historia del rock peruano desde
aquí, desde la aparición del primer single de Los Saicos. Pero la historia,
como ya hemos visto, arranca diez años atrás.
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