viernes, 30 de diciembre de 2011
El Polen
Por KR Music
El Polen, banda liderada por los hermanos Raúl y Juan Luis Pereira, es la banda pionera del rock fusión en América Latina, con reminiscencias a música andina y folclore peruano mezclados con espacios mántricos de sonido oriental y rockero. Miembros fundadores de Los Shain’s en 1964, junto a Gerardo Manuel, la adolescencia de los hermanos Pereira se situó entre guitarras eléctricas de melodías garajeras (por esos años fueron parte de Los Drag’s y de Los Sunset’s) y creativas exploraciones sonoras de corte espiritual, influenciándose por bandas raras para la época, como The Incredible String Band y T-Rex. Para 1969, Juan Luis Pereira era uno de los músicos y guitarristas más finos de la ciudad, mientras que Raúl mantenía ese espíritu explosivo y contestatario que tan bien se fusionaba con el talento de su hermano. Ambos, además, mostraban un profundo respeto y admiración por la música popular de nuestro país. Una música nueva nacía desde sus corazones y se nutría de las influencias orquestales vanguardistas de compositores como Cage, Schonberg o Stockhausen, y del free rock, la psicodelia y el folk: El Polen empezó así a germinar su semilla. Gracias a una búsqueda de autenticidad, el folclore andino se les enraizó fuerte y la banda empezó a ensayar en la casa de los Pereira en Miraflores, con Fernando Silva, Ernesto Pinto, Beto Martínez, Alex Abad y Sebastián Montesinos, debutando en el Pub Zanzíbar. Corría 1970 y El Polen era la banda de los artistas, intelectuales, hippies y extranjeros que pasaban por la ciudad. Eran los más comprometidos y anti sistema de la movida rockera de ese entonces. Ese año viajan a Cusco y se quedan viviendo en comunidad, incorporando instrumentos andinos a su música. Ese año fueron elegidos para telonear a Santana, que no fue permitido de aterrizar en el Perú por el presidente Velasco Alvarado, y los Polen terminaron en la cárcel por posesión de marihuana. Nunca conocieron a Santana pero éste les regaló dos guitarras. Luego, pusieron su música para la película “El Cholo”, inspirada en la vida del futbolista Hugo Sotil y protagonizada por él mismo. Luego entró el baterista Freddy “El Puro” Fuentes, con quien pudieron despegar aún más su música. Conocen a Los Jaivas, banda chilena que cultivaba un concepto de fusión relativamente similar (además de los argentinos Arco Iris, con Gustavo Santaolalla), con quienes se fueron de gira a Chile. Luego de editar su segundo disco, “Fuera de la ciudad”, el cual los lleva a Cuba y a Berlín, Alemania, además de otros países europeos, el colectivo artístico regresa al Perú para seguir en lo suyo, a pesar del poco reconocimiento que el país le otorga. Pero ellos estaban bien y eran concientes de que El Polen había marcado un hito en el rock de los setenta. La pasada década El Polen se juntó en un memorable concierto y, luego de 10 años, se juntaron de nuevo para ayudar a la rehabilitación de Raúl Pereira, víctima de un derrame cerebral. El pasado 18 de mayo, Raúl falleció y con él se fueron los sonidos únicos de El Polen. Sonidos que, sin embargo, seguirán perdurando en nuestro interior por siempre.
Año de fundación: 1969
Integrantes: Raul Pereira (voz, guitarra), Juan Luis Pereira (guitarra), Ernesto Pinto (percusión), Carlos "Beto" Martinez (mandolina), Juan Sebastián Montesinos (chelo), Fernando Silva (violín).
Estilo: Rock Fusión
Publicado en el blog KR Music
El Polen inmortal
Por Antonio Muñoz Monge
Los inicios
En octubre de 1969 nace El Polen. Lo integran Raúl Pereira, que toca por igual guitarra y quena, además de escribir canciones, Juan Luís Pereira: primera guitarra, charango, arpa; Fernando Silva: violín; Ernesto Pinto: percusión; Juan Sebastián Montesinos: Chelo. Se han sumado voluntades, pareceres alrededor de una búsqueda de identidad, de ser peruanos. Viven juntos gran parte del tiempo, el gran tema que los acompaña es el Perú. Viajan “tirando dedo” al Cusco. La legendaria ciudad los llama, los atrae. Tocan en el mercado, en los puestos de jugo, las dueñas les invitan sendos vasos. Caminan por la ciudad tocando con sus cuerpos y sus pensamientos la cultura andina. Se van por las calles, por los muros de piedras milenarias, llegan a la cercana Sacsayhuamán y van descubriendo en los aires, en la lluvia, en los relámpagos y truenos, en las voces de las mujeres y los hombres un ritmo musical, familiar pero escondido. Viven un buen tiempo en la hermosa quinta de la familia Llamellini. El cielo estrellado de las noches cusqueñas van acompasando sus canciones, el deseo de decir algo, de encontrar la comunión musical:
Hermosa niña serrana /Que vives sobre la montaña / Mañana yo estaré contigo /Porque tu altura me llama. / El sol también estará conmigo / El sol también estará contigo / La luna entrará por tu ventana / Sumac huarmi … sumac huarmi…/ Un manto de estrellas de plata / Nos abrigará del frío / Hermosa niña serrana / En juegos cósmicos mimada /Mañana yo estaré contigo (Raúl y Juan Luís Pereira).
El nombre Polen fue elegido porque es lo que genera vida, prolongación de la existencia, comunicación del aliento, de la fuerza y de la semilla. El Polen fue y es antisistema en el más completo sentido de la palabra y esa es una de las razones que generó un rock de una manera totalmente diferente y abrazando nuestras raíces. Todo el tiempo se vivió, se comió y por así decirlo se bebió MÚSICA, día y noche. Esa es el alma del Polen, todo lo demás siempre pasó a segundo plano. Sabíamos que había un mercado, pero pensar en eso era como pensar en Marte, nos dice memorioso y enfático Ernesto “Mono” Pinto, el sonidista del grupo.
El Cine
En 1971, de regreso a Lima, de una fructífera permanencia en el Cusco, dan su primer concierto en el colegio Santa Úrsula, todo un acontecimiento. Comprenden y sienten que están encontrando el camino, el camino de los encuentros que no es solo un instante sino la permanente insistencia de seguir con lo que se hace. Participan en el famoso Festival de Agua Dulce, donde sin haber obtenido ningún premio del jurado, son los grandes triunfadores de un público que los aclama. Comparten el escenario del mar con Los Compadres de Cuba, con Alfredo Zitarrosa de Uruguay, con Soledad Bravo de Venezuela, con Víctor Heredia de Argentina. El legendario huayno Valicha, con un arreglo especial de El Polen es la carta de presentación en sus recitales.
El Polen concursaba en la categoría de canción y eran los favoritos. Sin embargo, días antes les habían advertido que cambiarán la letra de su tema en competencia, porque era muy crítico al gobierno. No lo hicieron. Fueron ovacionados pero perdieron. Al día siguiente el diario Expreso los declaró vencedores morales.
Hacen la Música de la película “El Cholo”, sobre la vida del extraordinario futbolista Hugo Sotil y la decisión de no tener un empresario ni seguir los contratos por el dinero, les abre un espacio que los lleva a varios escenarios del país donde son aclamados.
Encuentro de ritmos
El sonido que surgió con Polen era muy distinto al rock que Raúl practicaba años antes con Los Shain’s y con Los Drag’s. Tenía mucha más influencia hippie y bebía de ritmos autóctonos, creando uno de los más serios proyectos de fusión en el continente. Casi podríamos estar hablando del principio del rock latino que por diversas vías estalló comercialmente en los 90. Sin embargo, los temas no tenían estructura de canción y logró plasmar ese sonido soñado. Por ese entonces, en búsqueda de la autenticidad y de sus raíces (una de las grandes obsesiones de su generación) empezó a escuchar folklore andino. Al poco tiempo su hermano y otros amigos se unieron a los ensayos en su casa de Miraflores. Recordando el parque donde tuvo su primera revelación musical, Juan Luis bautizó el grupo con el nombre “El Polen”. Inicialmente, además de los hermanos Pereyra en las guitarras y voces principales, la banda estuvo conformada por Fernando Silva y Ernesto Pinto.
Debutaron a principios de 1970 en el Pub Zanzíbar –quizás el primero de su estilo en Lima- situado entre las calles Colón y 28 de julio, en el distrito de Miraflores.
El público habitual eran básicamente hippies, intelectuales, artistas y extranjeros de paso por Lima. Pronto, El Polen se convirtió en la banda de la casa. Empezaron entonces a conocer a gente enrollada, comprometiéndose aún más en una opción de vida romántica, personal y fuera del sistema.
En otras palabras, eran hippies de verdad, la primera tribu urbana nacida de la tradición contracultural que realmente llevó a varios individuos a romper con el sistema. Eran un fenómeno sociológico con un sustrato cultural fuertísimo, no sólo grupos de intelectuales díscolos como los románticos ingleses, los dadaístas, o los beatniks.
En el Zanzíbar conocen a Antonio Esteban, gran guitarrista español, que después formó y fue la cabeza de La Banda Celeste, grupo con que El Polen actuó en el Festival de Agua Dulce con la canción Hijos del Sol.
La primera vez que salen de Perú fue por una invitación al Festival de Música y Artesanía “Los Caminos que se Abren”, en la Quinta Vergara de Viña del Mar, un 24 de febrero de 1971, evento en el que participan músicos y artesanos de todo LatinoAmérica. Raúl Pereira marcó un hito de amor y cariño con los hermanos Chilenos, la admiración por él fue muy grande, por su sencillez, por su carisma, por su generosidad y por su talento y fuerza como músico. Ha dejado huella
En julio de 1970 no sólo Juan Luis Pereyra, sino la banda entera, con muy poco dinero en los bolsillos, hizo su primer viaje al Cusco, a tiempo para llegar a las celebraciones del Inti Raymy. Meses atrás Dennis Hopper y su equipo de cineastas gringos habían depredado la comunidad de Chinchero. Se recuerda particularmente una borrachera nocturna del director en la que destruyó un ídolo tradicional.
Los músicos de El Polen alquilaron habitaciones y se pusieron a vivir en comunidad. Viajaron por zonas milenarias con ruinas incas fundidas en el paisaje como Machu Picchu, el Urubamba, Písac y el Valle Sagrado. La ciudad de Cusco tenía un buen ambiente, centro magnético que atraía hippies y viajeros de todo el mundo, era verdaderamente una zona alternativa para tanta gente que viajó por el mundo en aquella época, buscando la revelación, vagabundos del drama sumergidos en el camino. Compraron quenas e instrumentos tradicionales andinos y se presentaron en bares y auditorios. En total estuvieron tres meses y maduraron su repertorio.
Barranco de los suspiros
De regreso a Lima alquilaron una casa en las afueras de la ciudad y se fueron a vivir en comunidad. Al poco tiempo, la banda se mudó a una casa bajo el Puente de Los Suspiros, en Barranco, que se convirtió en un centro de reunión de gente interesada en la Música. La comunidad fue un laboratorio de experimentación sonora. Una de las personas, que paraba por ahí, era la cantante Susana Baca, que ya en los años 90 se convirtió en la cantante peruana más conocida internacionalmente.
A fines de 1970 la banda tuvo su primera actuación importante en la Universidad de Lima –fundada poco tiempo atrás- con un cartel que reunió a lo más graneado de la escena peruana. El Polen fue la sensación. Nadie había llevado antes tan lejos el concepto de rock y fusión andina. Uno de los espectadores se convirtió en un fanático suyo. Peter Koechlin no era sólo un oyente más, era un empresario que estaba a punto de traer a Santana al Perú. Ese mismo día les pidió que actuaran como teloneros en el concierto que la banda de San Francisco iba a dar en el estadio de la universidad de San Marcos.
Sin embargo, al poco tiempo surgió una oportunidad que no desperdiciaron. Nilo, el hermano mayor de Juan Luis y Raúl, trabajaba habitualmente en rodajes de cine. El director argentino Bernardo Batievski estaba filmando la película “El Cholo”, inspirada en la vida del futbolista Hugo Sotil y protagonizada por él mismo.
Bernardo Batievski, el director de la película, le dijo a Nilo Pereyra que no tenía banda sonora para el filme, y le pidió que le recomendara algún grupo. Obviamente, Nilo le mencionó a El Polen. La banda entera hizo una audición frente a Bernardo Batievski, que inmediatamente les hizo un contrato. No les pidió ningún tema nuevo, sólo una versión del tema tradicional “Cholito pantalón blanco”. El resto de la banda sonora de la película está constituido por el repertorio habitual del grupo hasta ese momento.
El disco fue un éxito, y la canción Valicha se convirtió en número uno en las radios. En el caso particular de Radio Miraflores, por ejemplo, llegó a superar una canción de The Doobie Brothers en el hit de la semana.
Publicado el 23 de mayo del 2010 en La Primera
miércoles, 28 de diciembre de 2011
Los Doltons
Por Wikipedia
Los Doltons son un grupo de rock formado en 1965 en Breña, Lima. Walter Bolarte, Roberto Andía y Javier Román fueron los fundadores de esta banda que inicialmente tocaba en fiestas particulares. En 1966 el grupo se pone a ensayar en los estudios de “El Show de Sergio” (programa del canal 2 conducido por Sergio Vergara). Es allí donde conocen a Gerardo Manuel y lo invitan a participar en su grupo. El nombre Los Doltons lo puso Gerardo Manuel; esto se debe a que en Ica (su tierra natal) tuvo su primer grupo llamado Los Doltons. Posteriormente Gerardo Manuel emigró a Los Shains y fue reemplazado por Cesar Ichikawa. Desde ese momento hubo una rivalidad amistosa entre Los Doltons y Los Shains. En el primer 45 rpm de Los Doltons se incluyó los temas “Visión de Otoño” y “Rey Tablista”, que tuvieron una gran acogida en el Perú. Gracias a este primer disco fueron artistas exclusivos en Panamericana Televisión. Cabe resaltar que su productor fue el músico argentino Enrique Lynch. Grabaron mas de siete Long Play y varios discos de 45 rpm, haciéndose conocidos en gran parte de Latinoamérica. En 1967 la revista Billboard los nombró como mejor agrupación latina de ese año. La banda se retiró en 1970 por mutuo acuerdo y a causa de sus estudios universitarios. Cesar Ichikawa parte a EEUU por motivos laborales. En 1975 deciden juntarse para grabar un LP. Esto se debe a que los discos de 33 rpm estaban siendo muy aclamadas por todos los admiradores del país, y es así que se acuerda en sacar un LP mas de Los Doltons. Fue muy dura la búsqueda de los integrantes, ya que Cesar estaba en EEUU, mientras que los otros ejercían sus profesiones. Este LP fue titulado “El Retorno de Los Doltons”, bajo la dirección y arreglos de Rulli Rendo. Este LP marcaría el final del conjunto original.
Miembros Fundadores
-Gerardo Manuel, César Ychikawa (Vocalista)
-Walter Bolarte Pineda (Primera Guitarra)
-Roberto Andía del Pozo (Segunda Guitarra)
-Javier Román Vidal (Bajo Electrónico)
-Fernando Bolarte Cerrate (Batería)
Discografía
-Los Doltons Vol I (Sono Radio 1966)
-Los Doltons Vol II (Sono Radio 1967)
-El Show de los Doltons (Sono Radio 1968)
-Al compás de los Doltons (Sono Radio 1968)
-De vacaciones con los Doltons (Sono Radio 1968)
-Los Doltons hasta siempre (Sono Estéreo 1969)
-El retorno de los Doltons (Sono Radio 1972)
sábado, 24 de diciembre de 2011
Ni Sex Pistols ni Ramones; el punk empezó en Perú y en español
Rolando Carpio, César Castrillón, Erwin Flores y Pancho Guevara: precursores del punk en Perú.
Lo dice el recientemente publicado Diccionario de punk y hardcore (España y Latinoamérica): La variante punk del rock no se inició en los años 1970 en Londres ni en Nueva York, sino en Perú, específicamente en el distrito limeño de Lince.
Por Julio García, BBC Mundo
Y se cantaba en español. Sus precursores eran cuatro chicos de 19 años que se hacían llamar Saicos. No Los Saicos, porque eso sonaba a grupo de la "nueva ola".
El nombre original del grupo era Sádicos, pero por autocensura le quitaron la d, con lo que además sonaba como el inglés Psycho, es decir psicótico. Al menos esa es una de las versiones que circulan.
Rebeldes sin causa
Pese a que su tema más popular, Demolición, parecería una manifestación de rebeldía juvenil también anticipada a su época (las grandes protestas estudiantiles en varios países fueron en 1968), no pretendía enviar ningún mensaje.
César 'Papi' Castrillón era el bajista de los Saicos. Hoy vive en Stafford, Virginia, a 60 millas de Washington DC. "Realmente éramos muy locos en esa época y las cosas las tomábamos muy en broma", dijo en entrevista con BBC Mundo
"Las canciones las hicimos con ese propósito, porque si escuchas Demolición, El entierro de los gatos o Cementerio, te das cuenta que nada es en serio. Queríamos expresarnos en español en la manera en que nosotros los peruanos sentíamos. Además había mucha paz en esa época", recuerda.
Papi integraba el grupo con el guitarrista Rolando Carpio, ya fallecido, el vocalista Erwin Flores y el baterista Francisco 'Pancho' Guevara. Los Saicos no eran los únicos, pero probablemente eran los más originales de su generación.
"Era cool que te vieran cantando en inglés. Todo el mundo cometió el error de comenzar a hacer covers (versiones de otras músicas), pero nosotros no nos dimos cuenta que no estábamos cometiendo ese error porque esa no era nuestra intención, simplemente queríamos mostrar lo que nosotros éramos y la única manera era diciendo las cosas cómicas que decimos en nuestras canciones".
¿Son o no son punks?
Pancho Guevara, el único de los Saicos que vive en Lima, está sorprendido con el resurgimiento del interés por su viejo grupo al llamarlos 'precursores del punk'.
"El punk es una onda medio rara y nosotros lo que hacíamos era rock and roll", afirmó Guevara en entrevista con BBC Mundo. "Si ahora dicen que éramos punk, lo asumimos. Es algo extraño, pero bienvenido. Pero cuando escucho a los Sex Pistols y otras bandas, ni les encuentro parecido con nuestra música".
Castrillón coincide: "Lo curioso es que nunca escuché a ningún punk y en los años 80, cuando fue a vivir a Estados Unidos, me dediqué exclusivamente a la familia. No me interesó el rock en especial, me interesa toda la música. Me gusta, por ejemplo, Andrea Bocelli, Caruso, Mario Lanza. El punk, si había canciones buenas las escuchaba y si no me gustaban no, pero no me asociaba con ellos".
En lo que sí se identifica Castrillón con los punks es que cuando empezaron a tocar no tenían mayor conocimiento de sus instrumentos, simplemente deseaban expresarse.
"Hay muchas bandas de punk que no tienen la menor idea de la música que están haciendo, pero disfrutan haciéndola. No había una técnica musical, simplemente teníamos esa alma de músicos".
¿Será que canciones como Demolición son subliminalmente subversivas, en vista de que no tenían intereses políticos? "Sí, por supuesto", responde Guevara.
"Todos tenemos algo que nos jode, que nos revienta y que nos da ganas de destrozar, de demoler. ¿No te ha pasado con alguna chica alguna vez? Es natural, imagínate, a los 18 años uno está con todos los caballos encima y desbocado además. Y si tienes la oportunidad de hacer rock and roll..."
Ante la insistencia en el tema punk, a Castrillón no le queda más remedio que admitir que, -al igual que los Sex Pistols en su tiempo, sí se considera punk porque no nunca sintió el amor "como los Beatles lo expresan".
"Me gustan pero no me identifico, prefiero una música más agresiva y una letra que también exprese el amor, pero de otra manera. El punk no es solamente hablar de cosas feas o en contra del amor, sino que está incluido de una manera más íntima, no tanto respeto en ese sentido, con el sexo".
El exbajista asegura que en Perú hay músicos mejores que ellos, pero quiere que el renovado interés en los Saicos sirva para apoyar a esos nuevos artistas.
"No es justo que un artista peruano esté ganando 200 soles (US$74), cuando Paul McCartney vende 45.000 entradas a US$800 cada una. Es demasiada la diferencia".
Renacimiento en España
Los Saicos tuvieron su edad de oro entre 1965 y 1966, incluso tenían un programa de televisión. Pero sólo lanzaron seis sencillos y nunca llegaron a grabar un álbum.
"Siempre tuvimos la intención de grabar el álbum", dijo Guevara. "Pero las canciones al ser propias requerían mucho tiempo de elaborar y hacer los arreglos. Nos tomó un año hacer esas canciones y después no teníamos tiempo con todos los compromisos y presentaciones".
Y con el tiempo, el grupo se acabó, con sus integrantes saturados de verse todos los días durante tres años. El vocalista incluso llegó a estudiar física en Washington y trabajó para la NASA.
Quién diría que en el Siglo XXI resurgiría el interés por este grupo efímero y relativamente oscuro de un país sudamericano que no es conocido por su producción de música rock.
"Fue un honor que después de 45 años nos reediten", afirma Guevara. "Pero la cosa comenzó cuando en España sacaron el LP en 1998 y ahí comenzó la onda de nuevo en Europa y nos trataban de ubicar hasta que lo consiguieron en 2006 y nos pidieron que hiciéramos un show".
Después de eso llegó el reconocimiento como precursores del punk y un documental que agotó las entradas en su estreno en Lima, Saicomanía, de Héctor Chávez.
Y todo porque otro peruano se fue a vivir a España en 1995 y se llevó un casete con la música de los Saicos, que hizo tocar durante una entrevista con la radio nacional de España.
¿Seguirán tocando los Saicos, esta especie de 'abuelitos del punk'?
"Los chicos de 20, 30 años conocen ahora nuestras canciones", señala Castrillón. "Hemos estado en España y la gente canta las canciones como si fueran propias. En México y Argentina pasó lo mismo, nos piden que toquemos en Inglaterra, en Estados Unidos, pero ya tenemos 66 años y nos puede dar artritis o un soplo al corazón".
Publicado el Sábado, 24 de diciembre de 2011 en BBC Mundo
Lo dice el recientemente publicado Diccionario de punk y hardcore (España y Latinoamérica): La variante punk del rock no se inició en los años 1970 en Londres ni en Nueva York, sino en Perú, específicamente en el distrito limeño de Lince.
Por Julio García, BBC Mundo
Y se cantaba en español. Sus precursores eran cuatro chicos de 19 años que se hacían llamar Saicos. No Los Saicos, porque eso sonaba a grupo de la "nueva ola".
El nombre original del grupo era Sádicos, pero por autocensura le quitaron la d, con lo que además sonaba como el inglés Psycho, es decir psicótico. Al menos esa es una de las versiones que circulan.
Rebeldes sin causa
Pese a que su tema más popular, Demolición, parecería una manifestación de rebeldía juvenil también anticipada a su época (las grandes protestas estudiantiles en varios países fueron en 1968), no pretendía enviar ningún mensaje.
César 'Papi' Castrillón era el bajista de los Saicos. Hoy vive en Stafford, Virginia, a 60 millas de Washington DC. "Realmente éramos muy locos en esa época y las cosas las tomábamos muy en broma", dijo en entrevista con BBC Mundo
"Las canciones las hicimos con ese propósito, porque si escuchas Demolición, El entierro de los gatos o Cementerio, te das cuenta que nada es en serio. Queríamos expresarnos en español en la manera en que nosotros los peruanos sentíamos. Además había mucha paz en esa época", recuerda.
Papi integraba el grupo con el guitarrista Rolando Carpio, ya fallecido, el vocalista Erwin Flores y el baterista Francisco 'Pancho' Guevara. Los Saicos no eran los únicos, pero probablemente eran los más originales de su generación.
"Era cool que te vieran cantando en inglés. Todo el mundo cometió el error de comenzar a hacer covers (versiones de otras músicas), pero nosotros no nos dimos cuenta que no estábamos cometiendo ese error porque esa no era nuestra intención, simplemente queríamos mostrar lo que nosotros éramos y la única manera era diciendo las cosas cómicas que decimos en nuestras canciones".
¿Son o no son punks?
Pancho Guevara, el único de los Saicos que vive en Lima, está sorprendido con el resurgimiento del interés por su viejo grupo al llamarlos 'precursores del punk'.
"El punk es una onda medio rara y nosotros lo que hacíamos era rock and roll", afirmó Guevara en entrevista con BBC Mundo. "Si ahora dicen que éramos punk, lo asumimos. Es algo extraño, pero bienvenido. Pero cuando escucho a los Sex Pistols y otras bandas, ni les encuentro parecido con nuestra música".
Castrillón coincide: "Lo curioso es que nunca escuché a ningún punk y en los años 80, cuando fue a vivir a Estados Unidos, me dediqué exclusivamente a la familia. No me interesó el rock en especial, me interesa toda la música. Me gusta, por ejemplo, Andrea Bocelli, Caruso, Mario Lanza. El punk, si había canciones buenas las escuchaba y si no me gustaban no, pero no me asociaba con ellos".
En lo que sí se identifica Castrillón con los punks es que cuando empezaron a tocar no tenían mayor conocimiento de sus instrumentos, simplemente deseaban expresarse.
"Hay muchas bandas de punk que no tienen la menor idea de la música que están haciendo, pero disfrutan haciéndola. No había una técnica musical, simplemente teníamos esa alma de músicos".
¿Será que canciones como Demolición son subliminalmente subversivas, en vista de que no tenían intereses políticos? "Sí, por supuesto", responde Guevara.
"Todos tenemos algo que nos jode, que nos revienta y que nos da ganas de destrozar, de demoler. ¿No te ha pasado con alguna chica alguna vez? Es natural, imagínate, a los 18 años uno está con todos los caballos encima y desbocado además. Y si tienes la oportunidad de hacer rock and roll..."
Ante la insistencia en el tema punk, a Castrillón no le queda más remedio que admitir que, -al igual que los Sex Pistols en su tiempo, sí se considera punk porque no nunca sintió el amor "como los Beatles lo expresan".
"Me gustan pero no me identifico, prefiero una música más agresiva y una letra que también exprese el amor, pero de otra manera. El punk no es solamente hablar de cosas feas o en contra del amor, sino que está incluido de una manera más íntima, no tanto respeto en ese sentido, con el sexo".
El exbajista asegura que en Perú hay músicos mejores que ellos, pero quiere que el renovado interés en los Saicos sirva para apoyar a esos nuevos artistas.
"No es justo que un artista peruano esté ganando 200 soles (US$74), cuando Paul McCartney vende 45.000 entradas a US$800 cada una. Es demasiada la diferencia".
Renacimiento en España
Los Saicos tuvieron su edad de oro entre 1965 y 1966, incluso tenían un programa de televisión. Pero sólo lanzaron seis sencillos y nunca llegaron a grabar un álbum.
"Siempre tuvimos la intención de grabar el álbum", dijo Guevara. "Pero las canciones al ser propias requerían mucho tiempo de elaborar y hacer los arreglos. Nos tomó un año hacer esas canciones y después no teníamos tiempo con todos los compromisos y presentaciones".
Y con el tiempo, el grupo se acabó, con sus integrantes saturados de verse todos los días durante tres años. El vocalista incluso llegó a estudiar física en Washington y trabajó para la NASA.
Quién diría que en el Siglo XXI resurgiría el interés por este grupo efímero y relativamente oscuro de un país sudamericano que no es conocido por su producción de música rock.
"Fue un honor que después de 45 años nos reediten", afirma Guevara. "Pero la cosa comenzó cuando en España sacaron el LP en 1998 y ahí comenzó la onda de nuevo en Europa y nos trataban de ubicar hasta que lo consiguieron en 2006 y nos pidieron que hiciéramos un show".
Después de eso llegó el reconocimiento como precursores del punk y un documental que agotó las entradas en su estreno en Lima, Saicomanía, de Héctor Chávez.
Y todo porque otro peruano se fue a vivir a España en 1995 y se llevó un casete con la música de los Saicos, que hizo tocar durante una entrevista con la radio nacional de España.
¿Seguirán tocando los Saicos, esta especie de 'abuelitos del punk'?
"Los chicos de 20, 30 años conocen ahora nuestras canciones", señala Castrillón. "Hemos estado en España y la gente canta las canciones como si fueran propias. En México y Argentina pasó lo mismo, nos piden que toquemos en Inglaterra, en Estados Unidos, pero ya tenemos 66 años y nos puede dar artritis o un soplo al corazón".
Publicado el Sábado, 24 de diciembre de 2011 en BBC Mundo
domingo, 18 de diciembre de 2011
El extraño del pelo largo
Jean Paul "El Troglodita"
Por Eloy Jáuregui
El troglodita nació bueno. El parque Huiracocha y un tal “Cholín lo fregó. Enrique Tellería Dávila es (fue) El troglodita, el cantante de rock más extraño que conocí en el ejido. Cuando cantaba alucinado, arrastraba las frases como a un perro chusco y alargaba el fraseo como pedo de culebra. Estrafalario y sicodélico, fue el “pase” caminando. Exagerado en todo, era natural de Jesús María, el barrio de altas aspiraciones. Fue ilustre vecino de poetas y cantores. A saber, vivió frente a la casa del compositor Andrés Soto, al costado del poeta Julino Dávila, a un pasito del trovador Huguito Castillo, a tiro de piedra de la residencia la familia Escalante, dinastía de estetas, a la espalda de la quinta del periodista César Hildebrandt y a la vuelta de la primera casa del gran fotógrafo Carlos “Chino” Domínguez. Así, por ADN barrial, era un jodido impenitente.
Enrique se hizo llamar desde 1970 como Jean Paul “El Troglodita”. Hoy ya no valen las comillas. Solo está su eco chamuscado, carburante, pestífero de misterio y la gente que lo conoció le dice solo: el “Troglo”. La leyenda –esa que él quiso fuese mito--, dice de este extraño del pelo largo que fue un tocado por la magia de su tiempo. El “Troglo” arrancó su safari musical como cantante del grupo Los Delfines del Callao. Sería un imbécil si les cuento que lo frecuente. Él era infrecuentable. Pero sí hable y nos metimos unos pisco muchas noches en lo de “Pablito”, famoso grifo de la esquina de los jirones Huiracocha y Húsares de Junín en el recargado distrito de Jesús María, por donde el diablo perdió el poncho.
UN ADELANTADO A SU EPOCA
Alberto Escalante, notable diseñador gráfico, que lo conoció de antiguo, cuenta que Enrique Tellería Dávila fue todo un personaje desde joven. Había estudiado en la misma promoción de César Hildebrandt en el colegio militar Leoncio Prado y era el tipo más buscado –todas las chicas sabían que “Kike” era aventajado—de esos pagos. Pero coincide con una parte de la leyenda. Su padre era un tipo exitoso y lo manejó como un verdadero manager. Él le compraba o le mandaba hacer su vestimenta, se lo veía en la lavandería Dry Cleaners del Parque Huiracocha, lo mantenía en su casa y le daba una poderosa propina que lo convertía en un muchacho afortunado en aquel barrio de clase media anémica de la llamada liquidez. Dice Escalante que si el “Troglo” hubiese nacido en Nueva York o en Londres hoy sería un ídolo como Mick Jagger o Freddie Mercury .
El Troglodita fue el primer peruano que cantaba rock en un estado puro. Su padre le pagaba sus estudios en el Cultural Peruano Norteamericano y “Kike” ensambló un estilo Elvis Presley con dejó a quinta o callejón. Un sastre de la zona que lo admiraba, una tarde mientras se bajaban un ron en el parque le prometió hacerle un traje atigrado. A la semana, “Kike” fue el tipo más feliz. Ahora tenía un terno que era igual a la piel de un tigre. Esa noche cuando actuó en el cine Palermo, se transformó, rompió micros, amplificadores y reflectores y desde esa vez lo llamaron “El Troglodita”.
Luis Vigil escribió de él: “El destacado periodista Guido Monteverde, ya desaparecido, lo bautizaría artísticamente como “El Troglodita” y de paso la película “Europa de noche”, serviría de marco referencial para la creación de su personaje, y Jean Paul anotaría el hecho, ya que en dicho film el actor central era un cavernícola beatnik que salía cantando rocanrol con un mazo en la mano, en un escenario alucinante, donde al final terminaba destrozando todo y a su vez agrediendo a quienes estaban a su alrededor. Con este personaje de ficción, simplemente Jean Paul se sentiría rápidamente identificado y lo llevaría a la realidad, y a un escenario juvenil sediento de emociones fuertes y que antes de la llegada del “Troglo”, era sinceramente súper aburrido”.
Como lo haría dramáticamente real en una recordada presentación en el Canal 4, donde destruyó todo el decorado del escenario, volando sillas y todo lo que encontraba en su camino. Es decir, música rock asumida en su más cavernosa interpretación, y cuyos arrebatos conmocionarían y preocuparían a la opinión pública de aquel entonces, al ver a un joven enfundado en un traje de felino y posteriormente al hippie psicodélico que pareciera haber salido del mismo “Carnaby Street”. P
ROCK EN TIEMPOS DE VELASCO
La revista “Ecran” de 1968 decía: “Jean Paul esta vestido con un pantalón azul eléctrico, una camisa rosada con vistosos estampados, unos lentes gigantes y una corbata ploma ¡pobre Ringo Starr!”. En 1965 grabó “El tema del troglodita” y “El dólar agujereado”, temas que marcarían el inicio de su ascendente carrera, según Luis Vigil. Así, una de sus fans, Rebeca Llave, tiempo después se convertiría en gerente de producción del sello, y descubriría a Los Saicos y a Los Golden Boys, con quienes Jean Paul compartiría muchas veces escenario, ya que Erwin Flores, vocalista de Los Saicos, fue muy amigo del Troglodita y con quienes a veces cantaba en restaurantes del centro de Lima como “El Mario’s” y “La Gruta Azurra”, creando una especie de improvisadas peñas roqueras.
Su primer disco es “Tengo un Mustang”, en el cuál se puede apreciar muy buenas versiones de The Hollies y The Animals, los cuales serían acompañados por Frank Privette y Los Steivos. En 1972 graba uno de sus mejores temas: “Vudú”. Hoy es casi imposible de conseguir pero si uno lo escucha se dará cuenta que el “Troglo” fue un cantante que nació antes de tiempo. Hoy, pocos recuerdan que en los años setenta existió un tipo extrañísimo. Se llamaba Enrique Tellería Dávila, vivo y sufrió en el Parque Huiracocha e inventó una manera distinta de interpretar música. Ese fue su mérito, ser un extraño.
Publicado el 10/12/2011 en El Jauregui es
BONUS: 17 temas interpretados por el Troglodita
Por Eloy Jáuregui
El troglodita nació bueno. El parque Huiracocha y un tal “Cholín lo fregó. Enrique Tellería Dávila es (fue) El troglodita, el cantante de rock más extraño que conocí en el ejido. Cuando cantaba alucinado, arrastraba las frases como a un perro chusco y alargaba el fraseo como pedo de culebra. Estrafalario y sicodélico, fue el “pase” caminando. Exagerado en todo, era natural de Jesús María, el barrio de altas aspiraciones. Fue ilustre vecino de poetas y cantores. A saber, vivió frente a la casa del compositor Andrés Soto, al costado del poeta Julino Dávila, a un pasito del trovador Huguito Castillo, a tiro de piedra de la residencia la familia Escalante, dinastía de estetas, a la espalda de la quinta del periodista César Hildebrandt y a la vuelta de la primera casa del gran fotógrafo Carlos “Chino” Domínguez. Así, por ADN barrial, era un jodido impenitente.
Enrique se hizo llamar desde 1970 como Jean Paul “El Troglodita”. Hoy ya no valen las comillas. Solo está su eco chamuscado, carburante, pestífero de misterio y la gente que lo conoció le dice solo: el “Troglo”. La leyenda –esa que él quiso fuese mito--, dice de este extraño del pelo largo que fue un tocado por la magia de su tiempo. El “Troglo” arrancó su safari musical como cantante del grupo Los Delfines del Callao. Sería un imbécil si les cuento que lo frecuente. Él era infrecuentable. Pero sí hable y nos metimos unos pisco muchas noches en lo de “Pablito”, famoso grifo de la esquina de los jirones Huiracocha y Húsares de Junín en el recargado distrito de Jesús María, por donde el diablo perdió el poncho.
UN ADELANTADO A SU EPOCA
Alberto Escalante, notable diseñador gráfico, que lo conoció de antiguo, cuenta que Enrique Tellería Dávila fue todo un personaje desde joven. Había estudiado en la misma promoción de César Hildebrandt en el colegio militar Leoncio Prado y era el tipo más buscado –todas las chicas sabían que “Kike” era aventajado—de esos pagos. Pero coincide con una parte de la leyenda. Su padre era un tipo exitoso y lo manejó como un verdadero manager. Él le compraba o le mandaba hacer su vestimenta, se lo veía en la lavandería Dry Cleaners del Parque Huiracocha, lo mantenía en su casa y le daba una poderosa propina que lo convertía en un muchacho afortunado en aquel barrio de clase media anémica de la llamada liquidez. Dice Escalante que si el “Troglo” hubiese nacido en Nueva York o en Londres hoy sería un ídolo como Mick Jagger o Freddie Mercury .
El Troglodita fue el primer peruano que cantaba rock en un estado puro. Su padre le pagaba sus estudios en el Cultural Peruano Norteamericano y “Kike” ensambló un estilo Elvis Presley con dejó a quinta o callejón. Un sastre de la zona que lo admiraba, una tarde mientras se bajaban un ron en el parque le prometió hacerle un traje atigrado. A la semana, “Kike” fue el tipo más feliz. Ahora tenía un terno que era igual a la piel de un tigre. Esa noche cuando actuó en el cine Palermo, se transformó, rompió micros, amplificadores y reflectores y desde esa vez lo llamaron “El Troglodita”.
Luis Vigil escribió de él: “El destacado periodista Guido Monteverde, ya desaparecido, lo bautizaría artísticamente como “El Troglodita” y de paso la película “Europa de noche”, serviría de marco referencial para la creación de su personaje, y Jean Paul anotaría el hecho, ya que en dicho film el actor central era un cavernícola beatnik que salía cantando rocanrol con un mazo en la mano, en un escenario alucinante, donde al final terminaba destrozando todo y a su vez agrediendo a quienes estaban a su alrededor. Con este personaje de ficción, simplemente Jean Paul se sentiría rápidamente identificado y lo llevaría a la realidad, y a un escenario juvenil sediento de emociones fuertes y que antes de la llegada del “Troglo”, era sinceramente súper aburrido”.
Como lo haría dramáticamente real en una recordada presentación en el Canal 4, donde destruyó todo el decorado del escenario, volando sillas y todo lo que encontraba en su camino. Es decir, música rock asumida en su más cavernosa interpretación, y cuyos arrebatos conmocionarían y preocuparían a la opinión pública de aquel entonces, al ver a un joven enfundado en un traje de felino y posteriormente al hippie psicodélico que pareciera haber salido del mismo “Carnaby Street”. P
ROCK EN TIEMPOS DE VELASCO
La revista “Ecran” de 1968 decía: “Jean Paul esta vestido con un pantalón azul eléctrico, una camisa rosada con vistosos estampados, unos lentes gigantes y una corbata ploma ¡pobre Ringo Starr!”. En 1965 grabó “El tema del troglodita” y “El dólar agujereado”, temas que marcarían el inicio de su ascendente carrera, según Luis Vigil. Así, una de sus fans, Rebeca Llave, tiempo después se convertiría en gerente de producción del sello, y descubriría a Los Saicos y a Los Golden Boys, con quienes Jean Paul compartiría muchas veces escenario, ya que Erwin Flores, vocalista de Los Saicos, fue muy amigo del Troglodita y con quienes a veces cantaba en restaurantes del centro de Lima como “El Mario’s” y “La Gruta Azurra”, creando una especie de improvisadas peñas roqueras.
Su primer disco es “Tengo un Mustang”, en el cuál se puede apreciar muy buenas versiones de The Hollies y The Animals, los cuales serían acompañados por Frank Privette y Los Steivos. En 1972 graba uno de sus mejores temas: “Vudú”. Hoy es casi imposible de conseguir pero si uno lo escucha se dará cuenta que el “Troglo” fue un cantante que nació antes de tiempo. Hoy, pocos recuerdan que en los años setenta existió un tipo extrañísimo. Se llamaba Enrique Tellería Dávila, vivo y sufrió en el Parque Huiracocha e inventó una manera distinta de interpretar música. Ese fue su mérito, ser un extraño.
Publicado el 10/12/2011 en El Jauregui es
BONUS: 17 temas interpretados por el Troglodita
sábado, 17 de diciembre de 2011
La extinción de El Troglodita
Bastante lejos de la gloria que arañó durante la nueva ola, Enrique Roberto Tellería Dávila fue encontrado muerto el primero de agosto, en completo abandono y víctima de vicios de los que no pudo (o no quiso) liberarse.
Por Juan Álvarez
"Lucho, preséntame como si fuera mi último show...". Jean Paul El Troglodita estaba en el cartel de esa noche, víspera del Día de la Madre, y había gente ansiosa de verlo en escena, pero Lucho Aguilar, uno de los principales promotores de que la Nueva Ola peruana siga captando público, dudaba en anunciarlo. Había hecho caso por fin a los mensajes que El Troglo enviaba a su celular ("Lucho, contrátame, aún no estoy muerto"), pero no sabía si debía arriesgar tanto.
El otrora cantante conocido por destrozar (literalmente) el escenario enfundado en traje de cuero o de matices atigrados lucía en ese momento flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones mayores que la de, simplemente, alimentarse de los aplausos que devolvieran a su retina destellos de cierto apogeo.
Entregado a la bebida y a otras sustancias, a punto de ser abandonado por la mujer que intentó conducir su carrera al menos de manera decente, harto del asedio de un par de demandantes (una mujer en pos de una pensión alimenticia, otra por la propiedad de la casa en la que vivía) y de los amigos que solo lo buscaban para seguir sangrándolo, Enrique Tellería parecía haberse enterado ya que el disco de su vida iba rumbo a dejar escuchar sus últimas notas.
La puerta abierta
En la calle Manuel Turraba, de Las Begonias, San Borja, las noches son más tranquilas desde el primero de agosto. Ese día, domingo, Cecilia (38) volvió a hacer de tripas corazón para mirar a los ojos a Enrique. Lo había llamado el martes, para preguntarle cómo seguía, y él, con voz más cansina que nunca, le contestó que igual, que en su caso quería decir peor. "Estoy así por ti", le increpó nuevamente el cantante, quien al parecer nunca entendió que si ella se fue es porque el amor resulta insuficiente cuando a cambio se recibe hostilidad y permanentes promesas que no se llegan a cumplir.
"Por favor, cuídate", dijo Cecilia al despedirse. "Te llamaré, y si puedo te visitaré en estos días", anunció para tranquilizarlo. "Está bien. Te estoy dejando la puerta abierta, gordita...", balbuceó él antes de colgar.
Y ella llamó el miércoles, el jueves, el viernes y el sábado. 58 veces, tal como lo consigna el teléfono fijo de Enrique. El Troglo nunca contestó. Los presentimientos arribaron puntuales, e inquietaron tanto a Cecilia que la llevaron hasta la casa. El silencio imperaba, también el temor. Le pidió al vigilante César que la acompañara hasta la puerta, y cuando se disponía a sacar la llave, vio que no era necesario: estaba abierta. La fetidez confirmaría sus sospechas: lo encontraron tendido de espaldas, al pie de la cama, con los ojos y la boca abiertos.
No quedaba más que avisar a la policía y a una de las hijas de Enrique, Carla, quien se encontraba cantando en pleno servicio evangélico. Ella, a su vez, llamó a doña Elsa, madre del último hijo del cantante, y quien fue la que dio la cara a los reporteros que se despedían ya del feriado largo, y quien se llevó lo que El Troglo no había conseguido vender para solventar sus vicios. Luis Yaker, un amigo que le había comprado las acciones que le correspondían de la casa en litigio, pagó 2,380 soles para que tenga un entierro digno en el cementerio de Lurín. El Troglo había luchado siempre contra el olvido, mas no pudo evitar que su muerte sea consignada apenas en una página policial.
Un espectro viviente
El parte oficial señala que Enrique Tellería falleció de edema pulmonar que habría desencadenado una broncopulmonía y un ataque cardiaco, pero la prensa popular intentó hacer de su deceso una novela con datos de tinte más dramáticos y controvertidos.
Como sea, el vecino Raúl Salazar cuenta que no era la primera vez que pasaban días sin que Enrique asomara su delgadísima figura (lo han descrito como "un espectro viviente"), y sin despegarse de las paredes para no caer. El alcohol, las drogas y la depresión lo habían convertido en un personaje indeseable. Un ermitaño que ni siquiera aceptaba que le regalen comida.
En todo caso, el último favor que pidió fue al vigilante: que le comprara leche, jugos y gaseosas, el lunes 25. Dicen que a esas alturas de su drama, cualquier líquido era ideal para preparar una combinación etílica, reforzada con diazepán y la comprensible debilidad por falta de alimentación. Era, aseguran los vecinos, como si él mismo pretendiera acelerar el desenlace, harto de no haber sido capaz de prolongar la buena pero efímera vida que otorga la fama. Y vaya que se salió con la suya. Allá va El Troglodita, aferrado a una ya viejísima ola.
Publicado el 29 de agosto del 2004 en La República
Por Juan Álvarez
"Lucho, preséntame como si fuera mi último show...". Jean Paul El Troglodita estaba en el cartel de esa noche, víspera del Día de la Madre, y había gente ansiosa de verlo en escena, pero Lucho Aguilar, uno de los principales promotores de que la Nueva Ola peruana siga captando público, dudaba en anunciarlo. Había hecho caso por fin a los mensajes que El Troglo enviaba a su celular ("Lucho, contrátame, aún no estoy muerto"), pero no sabía si debía arriesgar tanto.
El otrora cantante conocido por destrozar (literalmente) el escenario enfundado en traje de cuero o de matices atigrados lucía en ese momento flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones mayores que la de, simplemente, alimentarse de los aplausos que devolvieran a su retina destellos de cierto apogeo.
Entregado a la bebida y a otras sustancias, a punto de ser abandonado por la mujer que intentó conducir su carrera al menos de manera decente, harto del asedio de un par de demandantes (una mujer en pos de una pensión alimenticia, otra por la propiedad de la casa en la que vivía) y de los amigos que solo lo buscaban para seguir sangrándolo, Enrique Tellería parecía haberse enterado ya que el disco de su vida iba rumbo a dejar escuchar sus últimas notas.
La puerta abierta
En la calle Manuel Turraba, de Las Begonias, San Borja, las noches son más tranquilas desde el primero de agosto. Ese día, domingo, Cecilia (38) volvió a hacer de tripas corazón para mirar a los ojos a Enrique. Lo había llamado el martes, para preguntarle cómo seguía, y él, con voz más cansina que nunca, le contestó que igual, que en su caso quería decir peor. "Estoy así por ti", le increpó nuevamente el cantante, quien al parecer nunca entendió que si ella se fue es porque el amor resulta insuficiente cuando a cambio se recibe hostilidad y permanentes promesas que no se llegan a cumplir.
"Por favor, cuídate", dijo Cecilia al despedirse. "Te llamaré, y si puedo te visitaré en estos días", anunció para tranquilizarlo. "Está bien. Te estoy dejando la puerta abierta, gordita...", balbuceó él antes de colgar.
Y ella llamó el miércoles, el jueves, el viernes y el sábado. 58 veces, tal como lo consigna el teléfono fijo de Enrique. El Troglo nunca contestó. Los presentimientos arribaron puntuales, e inquietaron tanto a Cecilia que la llevaron hasta la casa. El silencio imperaba, también el temor. Le pidió al vigilante César que la acompañara hasta la puerta, y cuando se disponía a sacar la llave, vio que no era necesario: estaba abierta. La fetidez confirmaría sus sospechas: lo encontraron tendido de espaldas, al pie de la cama, con los ojos y la boca abiertos.
No quedaba más que avisar a la policía y a una de las hijas de Enrique, Carla, quien se encontraba cantando en pleno servicio evangélico. Ella, a su vez, llamó a doña Elsa, madre del último hijo del cantante, y quien fue la que dio la cara a los reporteros que se despedían ya del feriado largo, y quien se llevó lo que El Troglo no había conseguido vender para solventar sus vicios. Luis Yaker, un amigo que le había comprado las acciones que le correspondían de la casa en litigio, pagó 2,380 soles para que tenga un entierro digno en el cementerio de Lurín. El Troglo había luchado siempre contra el olvido, mas no pudo evitar que su muerte sea consignada apenas en una página policial.
Un espectro viviente
El parte oficial señala que Enrique Tellería falleció de edema pulmonar que habría desencadenado una broncopulmonía y un ataque cardiaco, pero la prensa popular intentó hacer de su deceso una novela con datos de tinte más dramáticos y controvertidos.
Como sea, el vecino Raúl Salazar cuenta que no era la primera vez que pasaban días sin que Enrique asomara su delgadísima figura (lo han descrito como "un espectro viviente"), y sin despegarse de las paredes para no caer. El alcohol, las drogas y la depresión lo habían convertido en un personaje indeseable. Un ermitaño que ni siquiera aceptaba que le regalen comida.
En todo caso, el último favor que pidió fue al vigilante: que le comprara leche, jugos y gaseosas, el lunes 25. Dicen que a esas alturas de su drama, cualquier líquido era ideal para preparar una combinación etílica, reforzada con diazepán y la comprensible debilidad por falta de alimentación. Era, aseguran los vecinos, como si él mismo pretendiera acelerar el desenlace, harto de no haber sido capaz de prolongar la buena pero efímera vida que otorga la fama. Y vaya que se salió con la suya. Allá va El Troglodita, aferrado a una ya viejísima ola.
Publicado el 29 de agosto del 2004 en La República
Extraña muerte de artista
Enrique Roberto Tellería Dávila, Jean Paul "El Troglodita"
Estaba solo. En su cama, la Policía encontró varias botellas de licor vacías y algunas a medio consumir. Enrique Roberto Tellería Dávila, de 50 años, El Troglodita, conocido cantante de nueva ola, murió ayer, a las diez de la mañana. Pero su cuerpo fue hallado recién a las seis de la tarde, a pesar de que pasó la noche del sábado y la madrugada del domingo acompañado por varios amigos.
Su ex esposa, Cecilia Casano Rojas, descubrió el cadáver y avisó a la policía. Hasta su casa, ubicada en la calle Moreno Torroba 129, San Borja, llegaron los agentes de criminalística de la Dirincri para iniciar las investigaciones. "Hay que esperar el resultado de la necropsia. No se puede descartar que se trate de un envenenamiento ocasionado por alguna persona", reveló uno de los custodios que tiene a cargo la investigación. Hoy han sido citados algunos vecinos y la ex pareja del cantante para que den su versión de lo ocurrido.
Publicado el 2 de agosto del 2004 en Perú 21
Estaba solo. En su cama, la Policía encontró varias botellas de licor vacías y algunas a medio consumir. Enrique Roberto Tellería Dávila, de 50 años, El Troglodita, conocido cantante de nueva ola, murió ayer, a las diez de la mañana. Pero su cuerpo fue hallado recién a las seis de la tarde, a pesar de que pasó la noche del sábado y la madrugada del domingo acompañado por varios amigos.
Su ex esposa, Cecilia Casano Rojas, descubrió el cadáver y avisó a la policía. Hasta su casa, ubicada en la calle Moreno Torroba 129, San Borja, llegaron los agentes de criminalística de la Dirincri para iniciar las investigaciones. "Hay que esperar el resultado de la necropsia. No se puede descartar que se trate de un envenenamiento ocasionado por alguna persona", reveló uno de los custodios que tiene a cargo la investigación. Hoy han sido citados algunos vecinos y la ex pareja del cantante para que den su versión de lo ocurrido.
Publicado el 2 de agosto del 2004 en Perú 21
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