A mediados de la década de los 50 la música del “Rock and Roll” se convierte en un catalizador de actitudes
juveniles. Era una música excitante, ruidosa, rompedora, estridente y en
cierto modo subversiva, algo que ofendía inevitablemente a los adultos. Y eso
les fascinaba a los jóvenes, les divertía, les involucraba, les unía y
expresaba confusamente lo que sentían. Ellos querían un nuevo tipo de música
propia que expresara su realidad y la industria del disco se lanzó a este nuevo
mercado que surgía con fuerza.
Uno de los primeros artistas que entendió esta necesidad fue Bill Haley, quien había iniciado su carrera como cantante de música country con su grupo, que luego se rebautizaría como “The Comets”, aunque sin mucho éxito.
El Rock and Roll había surgido como una fusión entre los aires campiranos y los blues afroamericanos y era en sus inicios considerada como una música ordinaria, asociada a marginales y sectores obreros. Poco a poco Bill Haley fue introduciendo composiciones cantadas antes por negros y las adaptó a su nuevo estilo, filtrando esa sexualidad y energía salvaje percibida como incómoda y empaquetándola de una forma más consumible. Notó que era una fórmula que funcionaba.
En 1954 Bill Halley y sus Cometas grabaron un
tema que llamaron “(We’re gonna) Rock Around the Clock” basado en un viejo
blues. Al principio tuvo un éxito moderado. Cuando la canción ingresó a la
lista de ventas en julio de 1954, permaneció solamente por un corto tiempo,
primero en un modesto puesto 36, dos semanas más tarde estaba en el puesto 38 y
luego desapareció.
Tendría que pasar casi un año antes de que se
convierta en un éxito. Fue después de que se incluyera en la banda sonora de la
película “Semilla de maldad” (Blakboard Jungle) en 1955, en la que se trataba
de la violencia de los nuevos adolescentes, que el éxito se disparó. El disco
estuvo dos meses en el número uno de las listas norteamericanas y proyectó a
Bill Haley a la fama, realizando varias películas y giras por Europa, donde fue
recibido como un ídolo de la juventud. Sus actuaciones eran espectaculares,
donde todos los miembros del grupo se contorsionaban al ritmo de la música y
especialmente el saxofonista, que se tiraba por los suelos en pleno éxtasis,
mientras el contrabajista tocaba su instrumento en posturas inverosímiles.
Lima musical de los 50s
Si bien el rock and roll era popularísimo en
varias otras zonas del mundo, el Perú aún se resistía a entrar en su reino. Los
años cincuenta en Lima estuvieron signados por el mambo y las revistas
musicales. El rock and roll vendría luego.
La Lima de los años cincuenta se divertía a través
de la radio, el cine, los espectáculos frívolos y el contagiante mambo. Aún se
celebraban los carnavales (que era el tiempo para las fiestas, las mejores, aún
más suntuosas y divertidas que las del fin del año.
Pero así como la radio era la plataforma para
la difusión de lo que le gustaba a la gente (entre ellos los espectáculos en
vivo, mayormente de mambos y boleros, y los radioteatros, auspiciados por los
mejores y más poderosos anunciantes de esa época), había también un espacio
para gustos más vinculados a la cultura extranjera en su vertiente anglosajona.
Lo que podía ser de lujo o refinado acá, en otras
latitudes quizá no lo era. Un Ford y un Chevrolet podían ser, tranquilamente,
carro de “civilistas” en la Lima
de los cincuenta, pero en los Estados Unidos eran considerados, con suerte,
carros “too middle class”. Lo mismo que los jeanes o pantalones de mezclilla, o
la música de rock and roll.
El rock and roll en el Perú era lo que el
cool jazz representaba para los sectores juveniles instruidos y pudientes de
los Estados Unidos y otras zonas del mundo desarrollado.
El Rock and Roll (Ó “rocanrol”) llega a
Lima a través de la radio, pero popularizado por su presencia en las bandas
sonoras de las películas venidas de Hollywood. Es cuando se estrena “Semilla de
Maldad” en nuestro medio con su tema principal, “Rock Around The Clock”, que
este género musical se convierte en estrella.
Tras estrenarse la cinta, el disc jockey
argentino Hector Rocca, a través de su programa de Radio El Sol, “Música en el
Aire”, convoca a un concurso para sus oyentes, consistente en enviar la
traducción exacta, al castellano, de “Rock Around The Clock”.
Por su parte, Pepe Ludmir, desde “La Hora de las Estrellas” de
Radio Panamericana, y Barton Wilson, desde Radio Miraflores, vía su “Hit Parade
Clubtime”, comenzaron a pinchar, una y otra vez, “Al Compás del Reloj” y
“Shake, Rattle and Roll” y ”See You Later Aligator”, temas del repertorio del
rollizo Haley. Luego vendrían otras cintas, como las de Presley (entre ellas
“Prisionero del Rock and Roll”), y otra llamada “Rock Around The Clock” (con
Haley y sus Cometas y otros virtuosos de la primera hora de ese ritmo como The
Platters). Esas películas, y sus contagiantes canciones de rock and roll,
comenzarían a ser cada vez más las estrellas en los espacios radiales de Rocca,
Ludmir, Wilson, Jimmy Black y Arturo Pomar (vía su “Carnavalito Musical” en
Radio El Sol, el mismo narrador de noticias estrella del Canal Cuatro, tiempo
después).
“Hollywood Music Shop” de la avenida Larco en
Miraflores y la casa “Castellano” en sus tiendas de los jirones Unión y
Caylloma, en el Cercado, vendían los nuevos discos de rock and roll venidos
directamente de los Estados Unidos. No pasaría mucho tiempo para que los Rock
and Rollers (banda formada por el arreglista Eulogio Molina), con la primera
voz de Mike Oliver (el nombre artístico del cantante puertorriqueño Miguel
Olivera), y otras orquestas bailables del medio, incorporaran arreglos de
rocanrol en su repertorio. Desde ahí hasta el Doble Nueve de nuestros días,
consiste la relación de los peruanos con el rock, no ajena a altibajos a lo
largo de todo este tiempo. Pero esa es otra historia. Lo cierto es que la
influencia de Bill Haley, en esos años, era importantísima para todo lo que
fuera rock hecho en el país.
Pero el rock and roll era juventud y
desenfado, y necesitaba figuras que lo encarnaran, así como lo hacían Presley,
Jerry Lee Lewis, Carl Perkins, Eddie Cochran, Gene Vincent, Little Richard y
Chuck Berry (Haley era demasiado gordo y sus músicos demasiado mayores). Y un
buen día Haley y sus Cometas dejarían de sonar entre los más populares en las fiestas
y en las radios del país, aunque no por mucho tiempo.
Bill Halley
en Lima
En 1960, el año en que una década terminaba y
empezaba otra nueva, el analgésico para el resfrío “Kontra”, de “Droguería
Kahn”, anunciaba a través de enormes avisos pagados en los más importantes
medios escritos, que Bill Haley y sus Cometas, sí los mismos de “Al Compás del
Reloj”, se presentarían a través de la poderosa red de emisoras de “Radio
Victoria”, la señal emblemática de José Eduardo Cavero, en audiciones con público
entre el 25 al 29 de noviembre de ese 1960, emitidos desde su novísimo
auditorio de la avenida Tacna, edificio que un tiempo más tarde albergaría a
“Victoria Televisión, Canal 2″.
Bill Haley aterrizó en Lima el 20 de
noviembre de 1960 a
las 7 p.m. desde Chile por LAN. La turba de jovencitos que lo recepcionó en el
aeropuerto de Corpac fue demasiado entusiasta con Bill Haley a quien despojó de
sus anteojos, su pañuelo, su sombrero, su cartera con 300 dólares y documentos
personales. Suceso que le hizo pasar un buen susto y puso fuera de quicio a su
representante.
Con apariencias de muchacho bueno y un rulo
en la frente que era algo así como su “marca de fábrica”, Bill aceptó los
hechos consumados como gajes del oficio y afirmó no guardar rencor a quienes le
robaron. Advirtió sin embargo que era la primera vez que le sucedía algo
parecido: “No creí que fuera tan popular”, afirmó sonriente, mientras que los
medios peruanos especulaban que quizás se consolaba de la pérdida pensando en
que sus actuaciones en Lima le significarían alrededor de 12,000 dólares.
Ya recuperado de la prueba a la que fue
sometido por sus entusiastas “fans”, Bill Haley y su tropa continuaron
desarrollando el intenso tren de actuaciones que le exigía su contrato en Lima.
Bill Haley inició sus presentaciones a través
del novedoso invento, la televisión. Haley y sus Cometas se presentaron ante la
teleplatea limeña alternando con Luisito Aguilé, el humorista argentino Zorro Iglesias, entre otros grandes artistas, en un programa especial vía
“PanamericanaTV, Canal 13″, animados por el ya consagrado Pablo de
Madalengoitia.
Cada uno de los músicos que integraba la
orquesta fueron presentados oficialmente para que el público pueda identificarlos.
La jornada sirvió también para que hicieran demostraciones de virtuosismo con
sus respectivos instrumentos. La gente celebró especialmente las acrobacias del
contrabajo y la batería.
Luego continuaron su agotadora jornada con
presentaciones en Radio Victoria y la boite “Embassy”. En Radio Victoria
inauguraron su nuevo auditorio ubicado en el hoy descuidado edificio Cavero Dubois de la avenida Tacna. Bill Haley
compartió escenario con Luisito Aguilé, Rosita Quintana y Domingo Rullo;
animaron el espectáculo Carlos Alfonso Delgado y Moisés Arias.
Esas noches, decenas de jóvenes rocanroleros
limeños bailarían al compás de las canciones de Haley, mientras sus músicos
hacían malabares con sus instrumentos y un Billy risueño, con caprichoso rulito
en la frente y acompañado de su enorme guitarra eléctrica, cantaba lo mejor de
ese repertorio intenso, contagiante, auroral. Y la crítica se rindió ante su
espectáculo. El mambo y el bolero cedieron entonces posiciones ante el rock and
roll anglosajón.
Durante esos días de octubre de 1960, en
Lima, casi todo parecía ser de rocanrol, al compás del reloj…