El rock llego a nuestro país un 15 de setiembre de 1955, y
se instalo en la capital, para posteriormente apostarse en los distintos
confines del interior peruano. Esta corriente musical encuentro al Perú, en su
etapa de transición a un modernismo instituido y propulsado a partir del
Estado. El rock acentuó su posición en esa etapa histórica de migración
convulsiva del campo a la ciudad, en los albores de una industrialización
romántica, marcado de un doloroso alumbramiento nacionalista. Una etapa
precaria aun para los medios de comunicación, y para la historia peruana, donde
más del sesenta por ciento de la sociedad procedía de las zonas rurales, con
altas tasas de analfabetismo y marginación. En rock hizo su ingreso al Perú
junto al cine como su principal recurso de difusión, y caló profundamente los
sentidos de una colectividad juvenil, que esperaba el menor estímulo para poder
manifestarse con propiedad. Fue a lo largo de esas fechas en que llegaron a
nuestro país, muchísimas películas y música rock, que despertó el interés de
los medios televisivos y radiales. El estreno de la película Blackboard Jungle
(Semilla de Maldad), Al Este del Edén, Rebelde sin Causa, Celos y Revueltos al
Ritmo del Rock, Al compás del Reloj, etc. fueron estrenándose en los cines de
la capital y las principales ciudades del país. Películas que abordaron la
discrepancia dual entre jóvenes y adultos. “Para entonces la onda rockanrolera
–su frenético ritmo, su provocador desenfado- ya habían dejado huella en las
actitudes de los jóvenes tanto como en su vestimenta. Las casacas de cuero, los
jeans y las zapatillas empezaron a ser moneda corriente en las calles de Lima…”
(ALTA TENSION, Los Cortocircuitos del Rock Peruano, Pedro Cornejo Guinassi,
Lima 2002, p. 18). Sin duda su ingreso a nuestra región, se efectúo
progresivamente a partir de la segunda mitad de los años cincuenta, por
iniciativa de aquellos jóvenes, que se trasladaban hacia Lima para realizar sus
estudios superiores. La práctica cultural del rock en el interior del país formo
parte de una demanda social. Lima se había convertido en la ciudad protagonista
de la oportunidad y el progreso, las sociedades postergadas abandonaron los
campos para concentrarse en esa Lima de esperanzas, de desarrollo y de
estabilidad laboral. Por un largo periodo las ciudades de Abancay y
Andahuaylas, fueron las únicas potenciales de la región. Sus condiciones
demográficas y geopolíticas combinaron favorablemente en su proceso de
modernización a lo largo de los últimos años. Si bien el espíritu progresista
de la sociedad apurimeña se incremento a partir de la mitad del siglo XX,
fueron nuestros jóvenes los protagonistas en la aceleración de esa demanda y,
el rock represento el complemento de sus aspiraciones modernistas. La aparición
del rock se convirtió en el soporte mas importante, que permitió a los jóvenes
de todo el mundo reconocerse así mismos, repercutiendo en el campo de sus
actitudes, frente a la moral pasiva de las generaciones pasadas. Era el primer
aliento de reflexión ante la histórica humillación adulta. Considerando que el
carácter psíquico de nuestra sociedad apurimeña, siempre estuvo cohesionada a
una voluntad conservadora, la juventud de entonces no desestimo el irresistible
y contagioso ritmo del rock. La consecuente incursión de este género en nuestra
región, cambio el sentido perceptivo de la sociedad urbana en forma gradual. En
los albores de los sesenta la juventud local se presentaba resguardada por una
disciplina y moralidad familiar bastante marcadas. Una época llena de candidez,
donde se tenía por costumbre rendirles serenatas a las chicas, las fiestas para
los jóvenes terminaban a las nueve de la noche, donde beber o fumar un
cigarrillo antes de los veinte años era algo inaceptable, una época en que las
chicas no podían circular con el uniforme escolar pasado las seis de la tarde. Sin
duda la practica del rock en nuestra región apurimeña comenzó como un juego,
las reuniones de los jóvenes que retornaban de la capital y la circulación de
discos, práctica que desde un inicio formo parte del intercambio cultural y la
idiosincrasia urbana, la creación de programas radiales, la formación de bandas
amateurs, la realización de tocadas caseras, la construcción de guitarras
eléctricas y baterías artesanales, fueron desde un inicio la forma mas clara de
asumir el rock en las ciudades de Abancay y Andahuaylas. “Alrededor de 1961,
solíamos ofrecer serenatas a mis padres y hermanas, entre la intersección de
las calles Miscabamba y Elías, -conjuntamente con mis hermanos Valeriano “el
Grillo” Vizcarra, Mario, Odilón y Lucho Lantarón- tocando instrumentos
rústicos, como una galonera que representaba nuestra batería. Mario tocaba la
base o esquila; una campana hechiza, reciclada de un amortiguador de carro, que
en medio tenia una perforación que servia para ser empernado, lo usábamos como
ritmo sonoro, Odilón tocaba el huiro, que consistía en un tubo de termo de fina
textura, Lucho y Abel eran nuestros vocalistas. Por entonces apenas contábamos
entre ocho y doce años de edad”. (Marco Vizcarra Ascarza, músico). Fue entre
los años de 1964 y 1965 en que se descubren Los Grillos de la Nueva Ola en la ciudad
de Abancay; nombre sugestivo que surgió a raíz de la protesta de una joven
Vilma Vizcarra Ascarza, al sentirse perturbada por los escandalosas y constantes
serenatas que le armaban los chicos. -¡Parecen unos grillos que no dejan
dormir!- Desde entonces Valeriano se hizo conocido como “El Grillo”. Los chicos
lentamente fueron descubriendo los avatares de la música perfilando
gradualmente su compromiso con el rock. Al no contar con instrumentos las
prácticas se efectuaban a voz en cuello, si bien no se trataba de un grupo
rockero propiamente dicha, Los Grillos de la Nueva Ola fueron los
primeros en desarrollar públicamente una música moderna. Ejercicio que empezó
con la construcción de una batería artesanal, en el taller mecánico de la
familia Vizcarra; el bombo, el napoleón y los tones fueron elaborados a base de
calamina plana, revestido por cuero de chivo, previamente curtido y sostenido
al aro de huarango, acompañadas de dos campanas rítmicas y un platillo de
golpe. “Buscábamos radios antiguos (telefunken), que lo utilizábamos como
amplificadores para la salida del audio, los pluses lo elaborábamos a base de
cables mellizos, cuya punta sonaba como un parlante, simultáneamente pequeño,
que se pegaba con una cinta aislante en la delantera de la guitarra. De este
modo se conseguía un sonido rustico por la radio. (…) Posteriormente y durante
nuestras presentaciones publicas, la madre Myrian nos facilitaba un megáfono
sin cable, que se pegaba a la guitarra o la sostenía un fans, para su
respectivo efecto”. (Marco Vizcarra Ascarza, músico). Durante los sesenta la Nueva Ola fue aceptada
por los jóvenes y los padres, precisamente por que era una música plausible
para los oídos más “reticentes”; para muchos una música que tenia buenos
mensajes, sobreponiéndose incluso al propio rock. A raíz de ello entre 1965 y
1966 se formo lo que podríamos considerar la primera banda de rock de Apurimac;
Los Golden Geens, (Muchachos de Oro), que a pesar de interpretar todo tipo de
música, se enfocaron en el rock desmedidamente. Banda integrada por un grupo de
adolescentes, Guido Sotomayor en la primera guitarra, Nicanor Huallpa Taco en
la segunda guitarra y la vocal, Oscar Pedraza se encargo de ejecutar el bajo,
Javier Oliver en la batería, que posteriormente seria reemplazado por Cesar
Cruzado. Las agrupaciones que se enfocaron al rock en nuestro medio casi
siempre fueron amateurs, motivo por el cual las modificaciones internas fueron
constantes, no supieron afrontar el desafío de las composiciones propias, por
factores que escaparon a la necesidad económica y la falta de tecnología. Los
Golden Geens no fueron la excepción, el chato Alcides López “Chutacha” primer
cantante del grupo, fue reemplazado por Percy Garay Méndez, al no tener éxito
en la batería Abel “El Grillo” Vizcarra fue sustituido por su hermano Marco. Pegado
al furor de los covers Los Golden Geens se centraron en composiciones de Los
Iracundos, Los Espectros, Los Yorks, entre otras apaciguadas bandas, pero jamás
compusieron un solo tema. Como banda no pasaron de las serenatas escolares y
fiestas privadas. En medio de ese clamoroso avance, se desarrollo el primer
concierto de rock en nuestra ciudad de Abancay, con la presencia del grupo
Trébol, que fue la primera banda -no propiamente rockera-, que arribo a nuestra
ciudad por el año de 1966. Esta banda cusqueña debuto su conocida composición,
El Cóndor Pasa versión rock. Posteriormente llegarían Los Siderals de Ayacucho,
banda instrumentalista que triunfo a nivel de Sudamérica; con aquel conocido
tema Vírgenes del Sol, que sonaba por distintas emisoras del país,
ulteriormente harían lo propio Los Beltons, Los Telestar, Los Systems, Los G
Mandarina ambas del Cusco y Los Celands de Andahuaylas, que en parte de su
repertorio tocaban rock. Por entonces la Sociedad de Artesanos y el Club Unión eran los
únicos salones de baile, debido a la pequeña magnitud de la ciudad.
En 1968 uno de
los integrantes de Los Golden Geens emigro y la banda dejo de tocar, sin
embargo, los chicos reagruparon el grupo para volver a la palestra, esta vez
como Los Satanics. La agrupación estuvo conformada por Marco Vizcarra en la
batería, Guido Sotomayor en la primera, Nicanor Huallpa Taco en la segunda
guitarra, Oscar Pedraza en el bajo y Percy Garay Méndez en la vocal. Desempeñándose
en serenatas y matinales de los cines del circuito urbano. “Había la costumbre
de brindarle serenata a las chicas del internado del colegio Santa Rosa, ellas
habrían las ventanas para escucharnos, a cambio nos invitaban cafecitos con
hamburguesas y cuando las monjas se enteraban de nuestras visitas, llamaban a
la policía por teléfono”. (Humberto Muñoz “Chafla”, locutor y melómano). A
diferencia de Los Golden Geens, esta banda se asentó por completo en el rock,
empezaron enfocándose en el desarrollo de covers, de bandas como Los Yorks,
Datsun, Silverton, Belkings, Shains, Saicos, Los Galos, Capa Blanca de Chile,
entre otros, para después armar composiciones propias. Ese mismo año Los
Beltons de Ayacucho, arribaron a la ciudad para un concierto, acción que incito
el ímpetu de los iniciados en la música. “Los Beltons nos facilitaron sus
instrumentos eléctricos. Por aquel entonces no había guitarras eléctricas en
Abancay y tuvimos que adaptar megáfonos a los instrumentos acústicos para que
estos sonaran en los parlantes. Hacer rock por entonces fue una inquietud
fuerte en nosotros, que nos contrataban para pequeñas fiestas privadas. (…)
Pertenecíamos al Vinculo Juvenil Abanquino, dirigido por los párrocos, los
curas nos dieron un ambiente que nos permitía conocer a otros chicos. Entonces
les propusimos para que Los Beltons, pudieran participar de la misa juvenil,
hecho que logro efectuarse”. (Nicanor Huallpa Taco, músico y empresario
radial).
Paralelo a Los Satanics (1967), surgieron los Kiss Kiss Bang
Bang, (Besa Besa Mata Mata), con un alentador y atrevido propósito, romper con
las costumbres de los viejos. Una banda de chiquillos que se preocuparon en
desarrollar covers de rock & roll y Nueva Ola. Lo característico del grupo es que todos
sus intérpretes portaban melenas y caminaban con ojotas por la ciudad. La
cadencia que tocaban lo llamaba enfermedad, que al parecer se trataba de uno de
los temas más conocidos de Los Shains, aunque sostenían que más bien se trataba
de un ritmo argentino. Kiss Kiss Bang Bang, estaba conformado por el
andahuaylino Uriel Luna en la primera guitarra, artista que se había iniciado
con Los Celands, además de haber grabado junto a Los Siderals de Ayacucho, se
integro a la banda por una cuestión juvenil, el popular Manuel “Sorry”
Altamirano en la segunda guitarra, Torreblanca estaba en el bajo, Javier Oliver
en la batería y entre los vocalistas se encontraba Raúl Miranda, “El Grillo”
Vizcarra, Adrián Garay, Alcides López, Vergara, y las primas Tula y Lulla Luna,
que acompañaban en los coros. La banda estuvo bajo el amparo de Armando “El
Chama” Díaz Calderón. “En esa época el popular “Apolo”, un aficionado melómano,
se convirtió en el proveedor de los refrescos de manzana durante los ensayos
que se realizaban en casa de los Vizcarra de la avenida Elías. “Apolo” nos
colaboro en todas nuestras presentaciones publicas. (…) En la puerta lateral de
la casa se expendía agua de manzana y hamburguesas. Algunas veces la mezclábamos
con caña para motivarnos durante los ensayos”. (Marco Vizcarra Ascarza, músico).
En 1968 se
instalo una de las primeras estaciones radiofónicas de la ciudad de Abancay,
Radio Apurimac, ese mismo año Jesús Palomino lanzo el primer programa rockero
de la ciudad; Impacto Musical. Lo propio haría Humberto Muñoz “Chafla”. “El
Chafla” fue uno de los principales locutores que incursiona en el oficio del
rock a partir de 1968, con el programa Ronda Musical, transmitida por Radio
Municipal, emisora que posteriormente tomaría el nombre de Radio Abancay. Fue
en 1969 en que Humberto Muñoz, lanzo su segundo proyecto denominado Súper Hits
Musicales, esta vez por Radio Apurimac. El“Chafla”, se destaco por emitir una
programación variada de rock y baladas, sin embargo, entre 1978 y 1980 retorno
a Radio Abancay difundiendo solo rock. En el trayecto de su carrera, armo un
programa radial, que a partir de entonces tomaría el nombre de Cancionero del
Recuerdo. De este modo Humberto Muñoz “El Chafla”, pasaría la historia local
con este programa, presentado en distintas emisoras por donde paso a lo largo
de sus cuarenta años de actividad. En octubre del 1968 Juan Velasco Alvarado
asumió la dirección del país con un golpe de Estado. Con el gobierno
revolucionario de las Fuerzas Armadas se empezó a limitar toda actividad
pública y el Perú fue declarado en Estado de Emergencia. Lo primero que hizo
Velasco con respecto al rock fue la prohibición de los matinales. Al rechazo
del gobierno se sumo la protesta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos; admitiendo que el rock “era una música alienante, propia
del imperialismo yanqui”. El desconocimiento sobre la esencia cultural que
entrañaba este género, se pudo percibir entre los estudiantes universitarios de
tendencia izquierdista. “Estratégicamente el gobierno prohibió los matinales en
1969 pero dejo que el rock nacional siguiera su curso, consciente seguramente
de que su misma política general -económica y cultural- se encargaría poco a
poco de asfixiarlo. Por un lado, los medios masivos de comunicación fueron
confiscados y, en consecuencia, dejaron de ser una ventana para el rock local. Por
otro lado, la importación de equipos e instrumentos se volvió virtualmente
imposible. Por ultimo, y como resultado de su política de no alineamiento, el
Perú quedaba fuera del eje anglosajón lo cual para el rock peruano significaba
quedar aislado de su conexión con la escena internacional. La culminación de
este proceso tuvo lugar en 1971 con la censura y prohibición del concierto que
iba a realizar en el estadio de San Marcos el grupo de Carlos Santana, quien
luego de su actuación en Woodstock se había convertido en una figura cumbre del
rock mundial. (…) a partir de 1972 el rock ingreso a una espiral descendente,
se cerraron los espacios de difusión, los conciertos se hicieron cada vez mas
infrecuentes, la producción discográfica descendió notoriamente y, lo que es
mas importante, los grupos peruanos fueron desapareciendo sin que surgiera un
recambio generacional consistente. La efervescencia había desaparecido y el
rock nacional comenzó a languidecer irremediablemente”. (ALTA TENSION, Los
Cortocircuitos del Rock Peruano, Lima, 2002, p. 36).
A pesar de la
falta de recursos informativos, tecnológicos y académicos, la sincronía y el
feeling de los jóvenes pervivió en las distintas provincianas, pero la
represión hacia el rock fue también una buena causa para el despliegue de las
manifestaciones populares que representaban al grueso de la población marginal.
A todo ello aunque se desmienta la represión que tuvo este gobierno contra el
rock, se afirma que fue precisamente en esta época donde se hizo mejores
eventos culturales en nuestra ciudad. Ese es el caso del proyecto denominado,
Festival de la Música
Juvenil Abanquina, evento promovido por el Estado y dirigido
por Esteban Flores, propietario del entonces Establecimiento Comercial Ketal. “Se
trataba de una competencia musical y Los Satanics, ganamos el Disco de Oro, que
fue entregado a Julio Campos, representante de nuestra banda. Competimos contra
los Kiss Kiss Bang Bang, además de otros grupos que representaban a distintos
colegios y barrios respectivamente. (…) Las autoridades respaldaban las
actividades y las inquietudes de los jóvenes”. (Nicanor Huallpa Taco, músico y
empresario radial). Los Satanics duraron algo más de dos años, pero en el
tiempo de su permanencia lograron componer entre cinco a seis canciones, el
grupo tuvo intenciones de grabar, pero todo término en nada, tan pronto
acabaron el colegio se separaron, por motivos de estudios. Sin embargo como
banda, hicieron presentaciones en las localidades de Grau y Chalhuanca. Mientras
tocaban el cover Abrázame; un tema muy estremecedor, Percy Garay vocalista de
Los Satanics se cayó del escenario, fingiendo el dolor se puso de rodillas para
seguir cantando, el público pensó que todo eso era parte del show, También
durante una ocasión de despedida, se presento otro accidente, Oscar Pedraza
resistió el impacto de un corte circuito en la guitarra, el desplome genero la
distorsión de la música. A la ausencia de las guitarras eléctricas, los músicos
de esta época estaban expuestos a los peligros e inconvenientes técnicos.
En 1973 hace su
aparición la banda Alta Tensión, que tuvo una presencia de tres años en el
contexto local. Banda conformada por “Pepín” Meza como primera guitarra y
vocalista principal, Juan “Chachaco” Montufar en la segunda guitarra, Javier
“Tipi” Quispe en el bajo y acompañante en la voz y el desaparecido Larry
Urdanegui en la batería. “Tocábamos covers de Deep Purple, Los Iracundos, etc.
Durante las fiestas sociales no nos permitían tocar rock a pesar de nuestras
intenciones. Era obvio porque el rock en nuestro medio no era muy popular, la
gente solo quería bailar. Solo aprovechábamos el tiempo en el que descansaban
los grupos de cumbia que venían de Andahuaylas y las que representaban a
Abancay para subir al escenario y tocar. Sin embargo el padre de “Pepín”, el
señor José Meza que también era músico, nos apoyaba con sus instrumentos
durante nuestras prácticas”. (Javier Quispe “Tipi”, ex integrante de Alta Tensión
y Fox). A pesar de la indiferencia de la sociedad adulta y conservadora, que
gustaba del folklore, la cumbia, etc. la desmedida ausencia de información se
mostró clara, tras los efectos de la censura del gobierno de facto. Cada vez el
rock se encontraba reducido sobretodo en manos de quienes retornaban de la
capital y los pocos que se sumaban a la actitud de este movimiento.
“Pese a todo el rock solo crecía por nuestro impulso, la gente se hacia crecer
el cabello, la barba, se pintaban las casacas de jeans y los parches de cuero
en el trasero. Siempre fuimos creativos y originales”. (“Apolo” Trujillo, melómano).
El hecho mismo de
ser una ciudad pequeña, en alguna medida refreno el desarrollo del rock. El
reducido público rockero era profundamente motivador y tenía un feeling grande
para la asimilación de nuevos estilos. Por aquella década tenían por costumbre
reunirse en las esquinas haciendo bulla porque los padres no les permitían
hacer rock en casa, en algunas ocasiones se congregaban en casas privadas,
sobre todo durante la ausencia de los progenitores para realizar fiestas. Hombres
y mujeres poco a poco incursionaron en el rock visceral, impartiendo sus
conocimientos sobre este género, una costumbre que a la fecha perdura. “Había
patas que venían con la fiebre del rock, instalaban sus tornamesa y los
colocaban en las calles para escuchar música con discos de vinilo. (…) El joven
de la época le daba mas importancia a la vida social de ese momento, conocer
chicas, patas y escuchar música. Muy poca gente se animaban a crear una banda”.
(Entrevista a Jorge Cervantes Matamoros, melómano). Las fiestas sociales en las
casa privadas respondían a la ausencia de discotecas y espacios rockeros. Además
porque existían comentarios absurdos que surgían sobre este genero, considerado
satánico y como un elemento alienante que atentaba contra la “cultura
nacional”, y en el peor de los casos se le vinculaba con el libertinaje, el
consumo de drogas, etc. “Fui el primero en organizar un tono rockero en mi casa
en 1970 a
lado de treinta amigos; Carlos Farfán, Pacho Palacios, los hermanos Ballón,
“Pocho” Medina, las familias Monel, Zegarra, Acuña, Maldonado, etc. Colocábamos
afiches en las paredes y luces de acuerdo a nuestra creatividad, de alguna
manera la sociedad admiraba nuestras acciones”. (“Apolo” Trujillo, melómano).
Por otro lado en la Plaza de Armas de
Andahuaylas se encontraba una tienda de discos (Discos Acosta), cuyos parlantes
instalados en dirección al perímetro central de la plaza, emitía música que
estaba de moda, acción admitida a solicitud de parejas y oyentes rockeros que
asistían al parque, el disfrute tenía un costo asequible al publico. En un acto
ritual la gente disfrutaba de la melodía mientras departía sus discursos
cotidianos. A lo largo de los setenta la ciudad de Andahuaylas aun no contaba
con una sola banda de rock, sin embargo fueron Los Celands de Uriel Luna, los
que tuvieron una mayor apertura hacia este genero, que llegaron a congratularse
en distintas ciudades del país; vestidos como los grandes hippies de la época,
llegaron a interpretar covers de Santana, The Beatles, The Rolling Stones y
algo de Nueva Ola. No obstante hubo otros grupos de cumbia como Los Raymi
Zodiac, que en un inicio estuvo a cargo de Rosa Acosta, luego paso a manos de
Lido Flores de Talavera, el grupo Benker, liderado por el desaparecido Wilfredo
Leguía y Los Barbas. En tanto en la ciudad de Abancay el grupo Sur Star (1972)
que estuvo dirigido por Lucho Ascue y la Orquesta Impacto,
de la familia Palomino Trujillo armaban las kermeses. Este último brillo por
todo el sur del Perú; un grupo muy bien implementado en sonido e instrumentos
de calidad. Estas dos bandas durante sus repertorios tocaban entre cuatro a
cinco covers de rock. Por otro lado en 1974, se realizo un concierto de rock,
acompañado de una película de este genero en el Cine Nilo de la ciudad de
Abancay, la sala quedo abarrotada, pero como se trataba de uno de los
poquísimos espacios de entretenimiento, la elección no necesariamente convoco a
los amantes del rock.
Se había
comentado antes que los recintos de los curas eran lugares propicios para la
concentración de jóvenes, pues en estos espacios no solo se impartían coloquios,
canciones superfluas o prácticas de ping pong, sino se tocaba guitarra. Aprovechando
la ausencia de los párrocos, los chicos mas empedernidos usaban los
instrumentos en las prácticas del rock. Rolando “Choso” Mendoza, Juan
“Chachaco” Montufar, Javier “Tipi” Quispe y “Pepín” J. Meza, los mismos que mas
adelante se atreverían armar una banda. Radio Andahuaylas que por entonces era
la única señal de esta ciudad, solo contaba con un programa rockero denominado
Música Juvenil, dirigido por Lucho Monteagudo Salas, sin embargo los amantes
del rock de esta localidad, apelaban a diversas e ingeniosas formas para
satisfacer sus deleites musicales. “Había una emisora que emitía rock desde
Lima durante las mañanas y la vieja radio de mi padre la captaba muy bien. Tenía
amigos que adquirían discos o cassetts frescos de buena calidad, por parte de
sus padres que trabajaban en Lima, el otro modo para escuchar rock era
asistiendo a los conciertos de Los Celands que se armaban en el Club Social de
Leones”. (Alessandro Akeos Loayza, músico). Por otro lado en 1975 surgen
programas de rock en las dos únicas radioemisoras de amplitud modulada de la
ciudad de Abancay; Radio Apurimac y Radio Abancay. Locutores como Hugo
Viladegut lanza su programa Icaro Diabólico que se transmitía ente las seis a
siete de la noche. Tari Gamarra Luna remataba la propuesta con el programa
Caminando con la Música,
sumándose a los propósitos de Humberto “el Chafla” Muñoz.
1976 ingresa la
primera señal de televisión a Abancay y con ella se abre al fin el mundo de
afuera. Un proyecto populista del gobierno militar Morales Bermúdez, presentado
bajo una controvertida desazón, que permitió la elección mayoritaria de una
señal abierta en sustituto a la construcción de una universidad. Lo que
incremento la percepción y la sensibilidad de nuestros jóvenes citadinos. La
presencia de los dos canales de señal abierta, fundamentalmente el canal del
Estado (Televisión Nacional del Perú) y la aparición del programa Disco Club en
1978, dirigido por el destacado Gerardo Manuel Rojas, acelero la pegada del
rock tanto en Abancay como en Andahuaylas. Fue en esta misma época en que los
propietarios de las salas de cine de nuestra ciudad, estrenaban películas
rockeras como las de Jimy Hendrix, el Festival de Woodstock, Puente Arco Iris,
etc. pero no con el propósito de difundir el rock sino por pura demanda
económica. Si bien es cierto que El Fogón fue la primera discoteca de la ciudad
de Abancay, en 1977 se inaugura la muy conocida e histórica discoteca La Choza, que comienza
difundiendo rock. Una discoteca que por entonces tenía una construcción de
adobe y techo de paja, la misma singularidad física que le permitió consagrarse
en el ámbito local. La Choza
gozo de una larguísima participación del público identificado con su peculiar
estilo, discoteca que posteriormente fue sustitutito por una construcción
moderna. La difusión del rock en esta disco se debía gracias a su primer
propietario Francisco “Paco” Rodríguez. “Le rendí rigor al diseño, Carlos
Orihuela un apreciado Arquitecto huancaíno se encargo del diseño. La Choza tenía una forma
circular inmensa, contaba con tres niveles y admitía una capacidad de ochenta
personas o algo más, tenía una nave para el bar, una pista de baile de piedra
negra bien pulida. Era una discoteca de construcción subterránea. El rock era
la música muy revolucionaria e innovador, había mucha gente que gustaba de este
género, no solo por su aspecto coyuntural. (…)Yo tenia que ir a Chile a traer
discos, porque ni aquí ni el Cusco habían temas que estaban sonando…varios
fueron los discjockeys que trabajaron conmigo y muchos de ellos locutores,
inclusive copiaban la música para transmitirla por las emisoras locales. Hubieron
coleccionistas como Humberto “El Chafla” Muñoz que llegaron a laburar en
nuestra empresa”. (Francisco “Paco” Rodríguez, primer propietario de la
discoteca La Choza).
La contribución de Francisco “Paco” Rodríguez, fue muy importante no solamente
para el rock en nuestro medio, sino para el esparcimiento del publico en
general, sobre todo en la etapa de convulsión política de los ochenta a la que
nos enfrentamos los apurimeños. Fue en 1990 en que “Paco” renuncia a la
dirección de La Choza,
debido a una serie de factores y problemas familiares.
Retomando el
sentido de nuestra lectura, en 1977 se forma Fox, una banda auténticamente
rockera, liderado por Walter Sotelo, vocalista y guitarra, junto a Fernando
Mendoza en la segunda que también acompañaba en la voz, Rolando Mendoza en la
batería y Javier “Tipi” Quispe en el bajo, en ocasiones Marilu Pulgar compartía
el escenario con la banda. Fox tuvo su primera presentación pública en el
Teatrin Municipal, posteriormente en el Cine Nilo. La banda tuvo una
permanencia de tres años, lo importante de este grupo, es que cada integrante
había desarrollado temas propios, no obstante se caracterizó por armar covers
de Deep Purple, Eagles, Bachmann Turner Overdrive, Abba. “En varias
oportunidades viajamos al Cusco a tocar en el Teatro Municipal; lo característico
de la banda es que hacíamos música en serio, llegamos a tener algo de diez
composiciones que se llegaron a grabar caseramente. En nuestras visita por la
ciudad del Cusco creían que la banda era de Lima por la indumentaria que
llevábamos.” (Javier Quispe “Tipi”, ex integrante de Alta Tensión y Fox). En
1979 hizo su aparición Radio Doble Nueve, como primera y única señal rockera
del Perú y que hasta la fecha se ha mantenido como tal, desgraciadamente su
cobertura siempre fue limitada que solo abrigó el perímetro urbano de la ciudad
de Lima. Si la señal de esta estación se hubiese ampliado a nivel nacional, los
treinta años de su emisión, hubiesen favorecido enormemente las aspiraciones de
los jóvenes de todos los circuitos rockeros del país.
Desde distintos
ángulos se afirma que el rock en el Perú, solo fue una expresión estacional y
que ha venido disipándose, conforme sus protagonistas abandonaban su juventud. Las
pocas bandas que tuvimos en Apurimac no estuvieron exentas a este problema. Los
chicos colgaron sus guitarras para realizarse en distintas universidades del
país, solo los más empecinados se esforzaron por registrar sus composiciones
artesanalmente. Precisamente ese tipo de factores fueron las causas que
desintegración a Fox en 1980, sin embargo los protagonistas continuaron
haciendo música en diversas facetas y por distintos lugares. Walter Sotelo
prosiguió tocando en los pubs del Cusco junto a otros artistas locales, Javier
“Tipi” Quispe se especializo en el jazz y “Pepín” J. Meza se fue a Australia,
donde formo una banda denominado Think.
Pese a la
desaparición de las fracturadas bandas, el rock en Abancay se había instalado
en la memoria de un público minoritario ávido de música sobre todo
contracultural, no fue casual la formación de Los Cherrys, que agrupaba a
Carlos Martínez Calderón, al desaparecido Raúl “Chuto” Barra, “Apolo” Trujillo,
Fernando “Pajarito”, “Chunchun”, a Alex Americo “el Gato” Yupanqui Navarro,
etc. personajes resaltantes, que en la actualidad, aun se divierten
mesuradamente en los confines del perímetro urbano de la ciudad, fueron ellos
los que finalmente sellaron la leyenda de esta primera etapa del rock en
Abancay, y, que a la fecha han venido consolidando la escena del rock. El modus
vivendi de esta gente facilito la pervivencia sugestiva de este genero, que fue
plasmándose en bares y recintos tradicionales como El Mariño, “donde mueren los
valientes” alusión que respondía a la muerte de un parroquiano, El Girasol,
conocida como “La Rockola”,
El Bar Danubio Azul, El Carrizal, El Arpachayoq, entre otras chicherías y antros
periféricos, pruebas suficientes para creer que el rock en realidad mantuvo su
carácter esencial en nuestra región.
Existen
suficientes justificaciones para esclarecer el problema del rock de esta época,
que no solo se debió a la falta de compromiso de los jóvenes o los impactos
político-culturales, aplicado por el gobierno militar de Velasco, sino el peso
y la conducta de una sociedad resonante. La contracultura entendida como una
respuesta frente al impacto negativo de la industrialización, tal como ocurría
en los países de primer orden, jamás fue entendida por la mayoría social. La
demanda de la población peruana por entonces estaba enfocada tan solamente a la
mejora de su estatus de vida. Ellos abandonaron sus tierras debido a la
insuficiente producción de sus posesiones, para instalarse en las grandes urbes
como Lima, para recién entender la modernidad. El rural así como el recién
urbano, poco o nada entendía sobre las propuestas de la contracultura y no
porque eran ineptos a asimilarla, sino porque sus sentidos perceptivos, así
como sus necesidades respondían a otros intereses. Por lo tanto esa sociedad,
finalmente “dominante” por ser mayoría, luego de haberse instalado, acentuó y
popularizo su música, porque era la expresión mas cercana capaz de reflejar su
transito social. Esa masa informe jamás iba a dar ese salto que los rockeros
esperaban, tampoco el rockero de entonces, se encontraba en condiciones de
darle alcance a este hecho histórico, porque no tenía los recursos, ni las
motivaciones suficientes como para afrontar ese reto, a todo ello se sumaron,
los prejuicios socioculturales promovidos por partidarios de izquierda por un
lado y, la resistencia de un régimen conservador por el otro, ambas miraban al
rock con malos ojos. Estupidez que motivo la práctica de las artes y el propio
rock como un privilegio de estatus de un publico reducido, y no como un soporte
de lucha reivindicativa, en favor de una mayoría social.
Publicado el 12 de julio del 2010 en el blog Apasanca Rock