No deja de ser
gratificante rastrear las huellas sonoras de músicos e industria discográfica
en paisajes musicales poco frecuentados, tarea complicada por la escasez de
datos e información para la aproximación, pero sumamente atractiva por las
sorpresas con las que uno se encuentra en el intento. Una de ellas es la
obra del exquisito y del todo vigente flautista y saxofonista,
Nilo Espinosa. Más allá de coartadas estéticas, a varios años ya del boom comercial del
lounge elegantón, las grabaciones de Nilo permanecen, básicamente, por tres
motivos: actitud, calidad y frescura. Si los sesenta fueron para él, años de
aprendizaje, los setenta le permitieron desarrollar su talento y consolidar su
preferencia por los ritmos ascendentes… con mucho groove, porque en su obra
caben por igual, música tropical, bossa nova, boogaloo, latin soul, jazz funk,
rock, rumba y disco. Música bailable: mestiza e instantánea.
Aunque de sólida
formación académica, su carrera siempre ha estado ligada a la música popular. En
1959 ingresa en el Conservatorio de Lima y en 1962 debuta con la orquesta del
Neptuno, un club nocturno ubicado debajo de la pantalla del Drive-in, el auto cine
ubicado en el barrio de San Isidro. Paralelamente estudia por correspondencia
el curso de arreglo y composición del Berklee College of Music de Boston y en
1963, junto a Miguel Reyna (piano), Roberto Raffaeli (bajo) y Cocho Arbe
(batería), integra la banda estable del Astoria Jazz Club, local que en aquella
época seminal era el único de su tipo en Lima, ubicado cerca al malecón de
Miraflores, una de las zonas atractivas para la bohemia de la capital. En ese
local tocan todas las semanas hasta 1965, año en el que se separan. Comienza
entonces la búsqueda de un estilo propio y crea su propia banda, Los Hilton´s,
asumiendo la dirección musical. El grupo estaba conformado también por Otto de
Rojas en piano y órgano, José ‘Pepe’ Hernández en contrabajo, Roberto ‘Tito’
Cruz en batería, Charlie Palomares en percusión y Pedro Guajardo en guitarra,
mas una cantante femenina que hacía coros en algunos temas. Principia, también,
su amplio legado de grabaciones, y no solo con su banda, ya que además trabaja
como músico de estudio para el sello MAG y otras casas discográficas de Lima,
escribiendo arreglos y participando en grabaciones y conciertos junto a grandes
talentos como Alex Acuña, Lolet Molina, Coco Lagos, o Jaime Delgado Aparicio,
con quienes también actúa en shows de televisión y teatro. Con Los Hilton´s
graba en 1967 el LP Aquí vienen los Hilton´s y tocan habitualmente en el Sky
Room del Hotel Crillón.
Nilo da un nuevo
paso en su carrera disolviendo Los Hilton´s con la intención de hacer una
música que pudiera dar salida a sus inquietudes del momento, siempre bajo la
influencia del jazz. En las oficinas del sello El Virrey conoce a Carmen Rosa
Basurco, una afroperuana de personalidad magnética que podía cantar en
portugués, inglés y castellano y que además tenía un buen dominio de escena. Es
así que forma el grupo Bossa 70, en el que participan Enrique Suescum en
trompeta y trombón, Otto de Rojas en teclados, Roberto Raffaeli en bajo y
Roberto ‘Tito’ Cruz en batería. Graban un EP de cuatro canciones (Si você pensa
/ El gato / Las mariposas / Por amor a Ivy) y en 1970, celebrando el
aniversario del grupo, graban el LP homónimo, contando con la colaboración de
músicos invitados como el guitarrista Enrique ‘Pico’ Ego Aguirre, líder de los
Shain´s y Pax, Víctor Cuadros en piano, Manuel Marañón en percusión y Antonio
Ginocchio en la trompeta. A finales de ese año Nilo viaja a Alemania para
perfeccionar sus estudios en el Conservatorio de Berlín. Bossa 70 continúa sin
él hasta su separación definitiva en 1973 bajo la dirección musical de Cocho
Arbe, compañero de la época en el Astoria Jazz Club. Nilo Espinosa se queda en
Europa hasta 1974, “ahí empezó realmente todo para mi… viajé por toda Europa
(menos España) con un quinteto berlinés. Tocábamos de todo, estuve en un
crucero por el Mediterráneo, norte de África, y Mar Negro… toda Alemania,
Escandinavia… fue la universidad de La
Vida”. A su vuelta al Perú forma la Nil´s Jazz Ensemble, compuesta
por Pancho Sáenz en trompeta, Miguel ‘Chino’ Figueroa en teclados, Oscar
Stagnaro en bajo, Andrés Silva en batería y percusión, Jorge Montero, Richie
Zellon y Ramón Stagnaro en guitarras. En 1976 graban para el sello MAG su único
álbum, dejando un testimonio de química, feeling y sentido musical que ha
quedado para la posteridad. El impacto fue tal que se llegó a formar una Nil´s
Big Band Jazz Ensemble, colectivo por el que pasaron prácticamente todos los
músicos de jazz de la Lima
de entonces, y que tocaban todas las semanas en clubes, teatros, conciertos. Probablemente
aquella época fue muy especial para los músicos peruanos. Hubo una relación
fluida entre músicos de jazz y rock. Nilo recuerda que “Jaime Delgado Aparicio
empezó a llevar a sus conciertos a Manuel Sanguinetti y los Traffic Sound como
teloneros”. Había cierta aproximación entre ambas escuelas, el propio Espinosa
hizo muchos conciertos, una fusión de jazz y rock, con Gerardo Manuel (Shain´s,
Pepper Smelter, El Humo). Es también la época de Black Sugar, banda
conformada por colaboradores habituales de Nilo como Miguel ‘Chino’ Figueroa,
Coco Lagos, Antonio Ginocchio y otros nuevos talentos como Víctor ‘Coco’
Salazar, Carlos ‘Pacho’ Mejía, Roberto Valdez, Luis Calixto o José ‘Arrocito’
Cruz. Es un ir y venir de músicos que participan en un sinnúmero de proyectos
paralelos (El Ayllu, Kabul, Conjunto Frutas Verdes, Richie Zellon Blues Band,
Elemental Music Group, Image, Dr. Wheat, Pepper, Zulú, Daniel ‘Kiri’ Escobar, Beto
Villena, Rafael ‘Pocho’ Purizaga). Muchos de ellos formaron parte, bajo la
dirección de Nilo Espinosa, de la banda que junto a la Love Unlimited
Orchestra acompañó a Barry White en una memorable actuación en la Hacienda Villa de
Lima, en 1977.
En la actualidad Nilo continúa en activo, actuando
en diversos escenarios limeños y grabando como en los viejos tiempos. Han
pasado muchos años, bastantes, desde sus primeras grabaciones, pero como pasa
en ciertos casos, mirar atrás no es sinónimo de nostalgia, sino de admiración
porque lo primero que a uno le pide el cuerpo escuchando esta antología es dar
nuevamente al play y repetir, otra más… shaken, not stirred.
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