Con talento y
personalidad peruana, Black Sugar mezcló la música negra estadounidense con el
sabor de los ritmos latinos. Admirados en buena parte del mundo por su calidad,
sus músicos ensayan en estos días un bienvenido retorno.
En pleno gobierno
militar se les ocurrió hacer una versión en clave jazz rock latino del Himno
Nacional. Los músicos integrantes del grupo Black Sugar subieron esa noche de
1975 al escenario de la recordada Feria Internacional del Pacífico algo
temerosos dadas las circunstancias. Pero nada malo pasó, sino todo lo contrario.
"Pensábamos
que los militares y la gente se iban a amargar, pero al final todos se pusieron
a cantar", recuerda Carlos "Pacho" Mejía, vocalista principal de
una agrupación que con el paso de los años, y pese a su disolución, fue ganando
prestigio dada la calidad de sus grabaciones, al punto de ser actualmente
considerada pionera latinoamericana del funk y de la fusión de rock y elementos
latinos.
Hoy, Black Sugar
ha vuelto a los escenarios. El sábado participaron de un concierto en un local
miraflorino, en el cual la privilegiada garganta de Mejía fue acompañada por
varios de los grupos con los que a lo largo de los años ha cantado. Pero sus
planes van más allá de ello, nos dice.
"Nuestra
idea es hacer cosas nuevas, tratando de que el grupo suene contemporáneo",
señala el vocalista, quien afirma estar componiendo material inédito con el
tecladista Miguel "Chino" Figueroa. Este, junto al guitarrista Víctor
"Coco" Salazar, y el baterista José "Arrocito" Cruz, fueron
parte de la primera época de una agrupación que durante cerca de una década
gozó de popularidad y prestigio a partes iguales en la escena peruana.
"Cuando
sacamos nuestro primer disco, muchísimas personas pensaron que se trataba de
músicos portorriqueños o panameños por el swing que teníamos", recuerda
Mejía.
La confusión
permanece hasta ahora y puede leerse en los comentarios a los videos que sus
admiradores han hecho utilizando canciones suyas para colocarlas en el portal
Youtube. Felizmente son y siguen siendo peruanos.
Quien escuche
cantar a Mejía en los discos de Black Sugar notará en él la expresividad de
esos cantantes negros estadounidenses que, partiendo del rhythm & blues,
buscaron un perfil propio en estilos afines a este género y cercanos al rock. De
hecho, cualquiera pensaría encontrar a un afroperuano empuñando el micrófono,
pero eso no es así.
Fue justamente su
interés por el repertorio de grupo de rhythm & blues de los años 60 el que
hizo destacar a Mejía, cuando aún estaba en Dr. Wheat, banda formada en el
barrio de Jesús María, y en la que entre otros estaba Eduardo "Mono"
Chaparro, quien luego fundaría Sargento Pimienta, uno de los reductos más
longevos del rock peruano.
"Era 1968 y
hacíamos música de Otis Redding y The Temptations", refiere
"Pacho". Su interpretación de uno de los éxitos de la segunda banda
mencionada ("Get Ready") llamó la atención de "Coco"
Salazar, quien le pidió integrarse a Los Far Fen, grupo que vinculaba rock con
percusión latina e instrumentos de viento.
Poco tiempo
después, con el cambio de varios de sus integrantes, y con la firma de un
contrato con la disquera Sono Radio, la banda cambió de nombre,aceptando una
idea del destacado músico Jaime Delgado Aparicio (director artístico del
referido sello), quien terminaría produciendo sus grabaciones.
"En ese
tiempo solo se conocía la azúcar rubia, así que él planteó referirnos a otra de
color negro", dice Mejía. "Incluso hubo una campaña publicitaria
previa a la salida del disco en la que se decía 'Ya viene la azúcar
negra'", dice.
El interés que le
brindaba Delgado Aparicio a Black Sugar supuso grandes privilegios. "Teníamos
reservado el estudio de grabación durante toda la noche", recuerda
"Pacho". "Empezábamos a las 8 de la noche y terminábamos a las 4
de la mañana."
Esto permitió que
el grupo desplegara todo su talento componiendo y haciendo arreglos. "Tanto
'Coco' como 'Chino' no pasaban de los 25 años y eran músicos 'de oído', pero
tenían una gran capacidad creativa", dice Mejía.
Si bien el toque
final lo daba el productor, es innegable la habilidad desplegada por estos
artistas en las siete composiciones propias que forman parte de su primera
producción, titulada con el nombre de la banda y presentada en 1970.
Temas como
"Too late" y "Viajecito" –con los que el disco comienza–
mezclan con sorprendente naturalidad guitarras roqueras, vientos cercanos al
jazz y acordes de piano de índole tropical. Esto último es lo que distingue a
Black Sugar de bandas anglosajonas contemporáneas suyas, como Blood, Sweat
& Tears o Tower of Power, porlas que estaban influenciadas en lo que
respecta a arreglos de viento y estilo vocal.
"En esa
época entraba con mucha fuerza aquí lo que luego se conoció como 'salsa
dura'", explica Mejía, que también enlista a los neoyorquinos Eddie
Palmieri, Joe Cuba y Ray Barreto como fuentes de inspiración para la música de
su grupo.
Cuando esta fue
tomando mayor fuerza, "Pacho" –por encima de todo, un amante del
rock–, tuvo una conversación con Salazar (arreglista principal de la banda)
respecto a lo que sentía como la "salsificación" de Black Sugar.
"Concluimos
que en ese momento los salseros hacían cosas más elaboradas y finas; con
arreglos buenos y complicados. Ya no solo era cantar '¡qué viva
Changó!'...".
El disco –que
también incluye temas netamente funk de Roberto Valdez y la batería de
"Arrocito"– alcanzó un gran éxito, que se manifestó en innumerables
presentaciones, pactadas para cada fin de semana. Incluso empezaron a llegar
ofertas del
exterior, truncadas absurdamente.
"Cuando
querían contratarnos desde Estados Unidos la disquera pedía montos excesivos y
por eso nunca se concretó nada", dice Mejía. "Eso se debía al contrato
que firmamos con ellos. Nos manejaban y aparentemente querían recuperar en un
solo mes la inversión que hicieron en nosotros..."
Pasaron cuatro
años hasta que Black Sugar volvió a editar nuevo material. El retraso en la
elaboración de II derivó de la espera de que concluyan las mejoras en el
estudio de grabación de Sono Radio, ya de por sí uno de los mejores del país.
"Vinieron
técnicos de Estados Unidos para instalar una consola de 36 canales y un equipo
de grabación cuadrafónico. Lamentablemente nos usaron de conejillos de
indias porque fuimos los primeros en grabar allí. Eso hizo que no se le pudiese
sacar el máximo provecho al nuevo equipo".
Mientras, el
grupo había crecido, con la inclusión del trombonista Luis Calixto y el
saxofonista Pedro Gosicha, que se aunaron a la trompeta de Antonio Ginocchio y
al saxo de Jorge Chávez. De allí que haya más arreglos de viento. En "Wake
Up", por ejemplo, se acercan al sonido de los norteamericanos Chicago, y
en "The Dawn of my Madness" van por la ruta de Tower of Power. Figueroa,
además, experimenta con el sintetizador Moog en "Kathy".
La salsa,
finalmente, se hacía presente de manera integral con "Fuego", cuyo
coro está inspirado en un tema de Ray Barreto. "Pero a pesar de que podría
haber más creatividad porque hay también más instrumentos, la calidad del
sonido no fue tan buena como la del primer disco", acota "Pacho".
Pese a ello, la banda continuó su imparable racha de presentaciones en diversos
puntos del país, con singular éxito.
De esa época es
la anécdota derivada de una fiesta posterior a una presentación en Trujillo,
junto a Perú Negro, que generó las quejas de los huéspedes del hotel y la
posterior expulsión –a las cuatro de la mañana– de los músicos y de los
miembros de la referida compañía de baile (para quienes ya antes, en el primer
disco, habían hecho una versión con sabor afroperuano del tema
"Pussycat", original de Blood, Sweat and Tears, con notoria
participación de los percusionistas Coco Lagos y Miguel Salazar).
Un concierto
conjunto en el coliseo Amauta con los españoles Barrabás marcaría otro punto
alto en la carrera del grupo en dicha etapa. Sin embargo, la vida
tenía que continuar y para 1976, "Pacho" Mejía decidió irse.
"Es que en
las fiestas y conciertos pedían mucha música como la que los Bee Gees empezaron
a hacer entonces y eso no iba conmigo". A ello se aunó haber culminado sus
estudios de publicidad. "Entré a una agencia publicitaria y me alejé de la
música."
Black Sugar
volvió a reunirse en 1985, de manera efímera, y luego en 2011, en lo que aún
está tomando la forma de un retorno que se consolidará como definitivo cuando
sus primeros frutos empiecen a aparecer.
1 comentario:
yeah estos chicos de rockwell road son muy buenos en verdad tienen que escucharlos se los recomiendo les comparto una rola https://www.youtube.com/watch?v=7bsrnc7jf1Y
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